Llevar peso: Artículo sobre Técnica Alexander con Marta Barón en Madrid

Llevar peso: habitual y ¿difícil?

Mi anterior post, sobre la idea de ir “hacia arriba”, te mostraba lo esencial que es esta dirección en el uso de ti mismo. Esta idea la puedes aplicar a cómo manejas los pesos externos: bolsas, mochilas, carteras, instrumentos grandes o pequeños, y otros objetos que tu organismo transporta a lo largo de tu vida.

Para empezar, date cuenta de una característica que te diferencia de esos pesos: tú eres un ser vivo; los otros, seres inertes. Tu relación con la gravedad es muy distinta: tienes una capacidad innata para oponerte a la gravedad, por lo que tu dirección básica y esencial es hacia arriba; los pesos externos, inertes, van hacia abajo. Sin excepciones.

Esta diferencia en la dirección hace que llevar un peso pueda ser un punto de referencia que te dinamice, favoreciendo tu dirección natural. El peso del objeto facilita que te conectes con tus mecanismos de soporte y que llevar el peso sea una fuente de información de como «te usas» en unas circunstancias de mayor demanda.

No es lo mismo saber esto que no saberlo. Por lo tanto, no olvides que tú vas hacia arriba, el peso hacia abajo. Es la forma en que te relacionas con ese peso la que llevará a un resultado u otro. A esta forma la llamamos “uso”. Entonces, como «te uses» cuando coges y mueves ese peso, es relevante.

Se pueden decir algunas cosas concretas para cuando llevamos el peso con los brazos, o en la espalda o en el frente. Piensa en las bolsas de la compra, por ejemplo. Sientes el peso en los brazos y en los hombros. Observa cómo el peso de las bolsas va hacia abajo y que no está tirando de tus brazos hacia ese lugar; pero tampoco bloquees los hombros. En su lugar, piensa en no sujetar brazos y hombros, en soltarlos al peso de las bolsas al tiempo que recuerdas cuál es tu dirección. Hacia arriba, siempre hacia arriba. Así, verás que es la espalda la que lleva el peso en lugar de hacerlo con los brazos u hombros, cuya función no es esa.

Piensa en el modo en que llevas una bolsa de mano, siempre pegada al cuerpo, ¿verdad? No se te ocurriría levantar el brazo horizontalmente y llevar así la bolsa. ¿Por qué? Porque sería mucho más esfuerzo. Desde un punto de vista mecánico, sería desventajoso. Por lo tanto, acercas el peso al cuerpo. Lo mismo ocurre si llevas una mochila o una caja. Siempre cerca del cuerpo, cerca de la columna vertebral. Columna ¿Te has parado a pensar en esa palabra? Columna es un objeto que sujeta, que sostiene. El cuerpo humano no es una excepción. Si vas a coger un peso, asegúrate de que es la espalda, con su columna, la que hace el trabajo.

Por lo tanto, si llevas una mochila, lo más pegada al cuerpo posible, deja que te “abrace”. Observa si te lleva hacia abajo y si tienes la sensación de que es así, mira a ver si puedes descubrir si son los brazos, la espalda, los hombros, o quizás la tripa la que sigue el dictado de ese peso. Si no te mueves por un momento cuando te la pones en el cuerpo, quizás puedas trabajar más fácilmente la idea de ir hacia arriba. Observa el contacto de los pies en el suelo, hacia arriba, desde los pies y desde la mochila.

Te propongo un pequeño experimento: colócate la mochila o coge la bolsa y no te muevas durante un minuto. Observa la demanda que ejerce el peso sobre la espalda, la columna, los brazos, los hombros, las piernas. ¿Notas la oposición entre el peso y tu dirección propia? Esto es algo deseable, ya que cuando sales del hábito (normalmente solo portas tu peso y añadir un peso externo te hace salir de ese “soporte habitual”) recibes información del cuerpo; pero también puedes usar información de la mente (observarte, decidir qué quieres, recordarlo de vez en cuando).

En mi experiencia, lo que me parece más difícil es llevar un bolso en el hombro, ya que el peso no se distribuye homogéneamente. En este caso, de vez en cuando chequea si estás subiendo el hombro. Verás que es muy fácil hacerlo, de hecho ocurre sin que nos demos cuenta. Cuando no te muevas, observa la respiración, ¿estás interfiriendo de alguna forma con ella? Si es así, lo más probable es que el hombro esté subido. Juega a observar tu respiración cuando no te mueves, andando, subiendo escaleras. O, justo después de andar.

Para resumir, se trata de no caer en el descuido. Llevar peso exige de ti mejor soporte, equilibrio y coordinación que cuando solo tienes que moverte tú. Si te descuidas, los (malos) hábitos se harán fuertes en el sistema y eso va a impedir que tu funcionamiento sea óptimo.

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