El cambio: Artículo sobre Técnica Alexander con Marta Barón en Madrid

El cambio: motor y esencia

El video que acompaña este texto nos muestra fotos de un padre y un hijo en su evolución física anual. Vemos que cada año les cambia la expresión de la cara, las arrugas, el pelo, incluso la postura corporal. No podemos saber qué circunstancias estaban viviendo en el momento de la foto, pero, incluso siendo adultos asentados, cambian.

El cambio es esencial en el ser humano: cambiamos aunque no seamos conscientes de ello o aunque no queramos. Tanto las circunstancias externas, como las relaciones que tengamos o las condiciones de trabajo, como las internas, como la edad o la enfermedad, producen cambios.  Ambas son incontrolables directamente por nosotros. A veces ni siquiera somos conscientes del cambio que YA se ha producido, es cuando ha pasado un tiempo que se nos ilumina la mente y tomamos conciencia.

Pero en cualquier momento podemos ajustar nuestra la actitud hacia los cambios. Recordar que nos guste o no, cambiaremos, y acompañarlos. De hecho, si tenemos la sensación de que no estamos cambiando, hay que reconsiderar la situación, ya que es posible que estemos gastando mucha energía, para mantenernos igual. Este uso de la energía es muy ineficaz, puesto que supone ir contra la naturaleza. Es mucho más ventajoso observarlos. Esto nos ayudará a comprender por qué van ocurriendo las cosas y a poner remedio a esos cambios que interfieren con el buen funcionamiento del sistema.

Pongo un ejemplo: la típica contractura que aparece no se sabe por qué. Estamos haciendo algo y de pronto nos bloqueamos. O nos despertamos por la mañana con una parte del cuerpo que no se puede mover. Qué es eso y qué puedo hacer para favorecer que, a partir de ahora, la situación evolucione en la dirección de la recuperación en lugar de agravarseHay que parar, mirar y ver qué ha ocurrido. Al principio todos mis alumnos dicen que no ha ocurrido “nada” pero con el tiempo todos aprenden a discernir lo que pasó, son capaces de parar sus respuestas habituales al estímulo que se les puso delante y también usan las herramientas que la Técnica proporciona para cambiar, de facto, las condiciones musculares. Las recuperaciones son más rápidas y las recaídas menos frecuentes.

Ante todo, ¿es el ser humano capaz de adaptarse a los cambios? No solamente lo es, sino que forma parte de su naturaleza. Mucho más que la de la mayoría de otros seres vivos. Piensa que el ser humano ha sobrevivido a glaciaciones. Se adaptó y sobrevivió. Recuerdo un documental en el que mostraban un rinoceronte al que, para cambiarle de un parque a otro unos kilómetros más lejos, le sedaban, tapaban los ojos y transportaban en helicóptero. Los trabajadores del parque no estaban seguros de que sobreviviera a semejante cambio. ¿Te imaginas algo así con un ser humano? Es inconcebible, ¿no?.

Desde el punto de vista de la Técnica Alexander, lo que nos interesa es el cambio diario, en la vida cotidiana. El trabajo que hacemos empieza en el cuerpo, ya que es en ese ámbito en el que los cambios se concretan. Estos se expresan, de una forma u otra, en el cuerpo. Alexander escribe en sus libros que el ser humano es un organismo psicofísico y que funciona como un todo, es decir, que cuerpo y mente no se pueden separar. Lo que le pasa a uno, afecta al otro. Si no podemos cambiar una idea, será difícil que el cuerpo cambie; si el cuerpo se mantiene rígido, las ideas permanecerán inalteradas.

Cuando doy clases a mis alumnos suelo ver que, sin darse cuenta, muchos se resisten activamente a los cambios que mis manos proponen. Ocurre por la vía del inconsciente; por eso no planteo el trabajo señalando la resistencia al cambio o lo que hacen “mal”, ya que mi experiencia me ha demostrado muchas veces que “darse cuenta” lleva tiempo. Cuanto más tiempo está un alumno en contacto con el trabajo, más capaz es de “desentrañarse” a sí mismo, comprender por qué han ocurrido las cosas y poner remedio. Desde su primera clase está en contacto, también el tiempo entre clases. Con la Técnica todo cambia: la percepción de nosotros mismos, la musculatura, la conexión cuerpo-mente, el equilibrio, la conciencia del cuerpo.

Para terminar te propongo que busques algo para cambiar, algo irrelevante que no va a tener un efecto profundo en tu cotidianeidad. Cambia el tipo de pan que consumes, la marca de café o el tipo de ropa interior que usas. O bien no te pongas hoy los pendientes de siempre o cambia el camino que sueles coger para ir al trabajo. O sustituye tu silla ergonómica en el trabajo por un taburete durante cinco (no más) minutos cada día.  Obsérvate. ¿Te pone nerviosa? ¿Te sientes irritado? Por el contrario, ¿te resulta fácil y hasta divertido? Cualquier reacción al cambio es interesante, ya que habla de ti misma y de los hábitos que has desarrollado a lo largo de tu vida.

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