El embarazo y el parto suponen un enorme cambio para el cuerpo: en muy poco tiempo hay cambios enormes. El cuerpo se adaptará para facilitar que todo salga bien. Después del parto, sería estupendo tener un tiempo de adaptación a la nueva situación vital. Pero…. ese tiempo no se da; la adaptación será en tiempo real.
Es posible que, en la etapa de crianza, el cuerpo responda bien. Que no haya dolores ni dificultades; y sería deseable que esto fuera porque hay una buena coordinación corporal y una buena relación cuerpo-mente. Pero, también puede ser que la relación con el cuerpo no sea fluida y aunque una no sienta ninguna dificultad concreta, sí que haya problemas larvados. De alguna forma, la comunicación entre el cuerpo y la mente no está demasiado activa. No sentimos claramente ni utilizamos nuestra capacidad de sentir para mejorar.
También es posible que haya dificultades después de dar a luz. Me gustaría centrarme en dos situaciones que se dan muy a menudo:
- El cansancio debido a las altas demandas de la maternidad, así como a la (posible) falta de sueño. A menudo la mentalidad es que para descansar hay que dormir. Pero en las circunstancias actuales esto no es posible y entonces la percepción es de que estás cansada todo el tiempo. Es posible que el bebé no duerma bien o que tengamos que atenderle durante mucho rato. En ese caso el trabajo es aprender a descansar aunque una no duerma todo lo que necesita. Los periodos de descanso son importantes (aunque no se esté durmiendo). Por ejemplo por la noche, si una se ha despertado dos, tres veces para atender al bebé y ya no se puede dormir entonces lo importante es quedarse quieta, tapada, caliente, en la oscuridad. Es entonces cuando una trabaja: el trabajo se centra en estar tranquila. Este es un trabajo que nos ayuda a saber que aunque no duermas, simplemente estar en la cama va a tener un efecto positivo en el bienestar. Trabaja activamente para no permanecer en pensamientos de tipo “no me puedo dormir y mañana tengo que estar en muchas cosas” o “necesito dormir”, “mañana voy a estar cansada”, etc. En su lugar, toma la decisión de pensar “estoy aquí, descansando” “si me duermo, genial. Y si no, también”.
- Dolores corporales: espalda, cuello, hombros, cabeza. Esta cuestión es completamente distinta. Si te duele, tienes que hacer algo, trabajar para no favorecer el dolor. En general el dolor no desaparece solo y en ese sentido hay varias estrategias. Por un lado podemos trabajar solas, lo que llamamos en Técnica Alexander “semisupino”. Se la recomiendo a todos mis alumnos; los efectos son rápidos y muy eficaces. Funciona de esta forma: túmbate en el suelo, boca arriba, pon una manta o dos si lo necesitas (pero no lo hagas en la cama o en el sofá); coloca un libro para apoyar tu cabeza en él; dobla las piernas con las rodillas separadas la distancia de las caderas; pon las manos sobre la tripa o la caja torácica; quédate ahí el tiempo que necesites: puede ser dos minutos o treinta. Para una descripción más completa puedes consultar mi web.
La otra opción, que te recomiendo si te encuentras en la situación de tener dolor cotidianamente es dar clases de Técnica Alexander. En estas clases aprenderás a usarte a ti misma de una forma más integrada con tu situación actual; serás consciente de qué haces contigo misma cuando coges o dejas al bebé, cuando le colocas para darle de mamar o cuando le llevas en brazos un rato corto o largo. Aprenderás algunas cosas de cómo se supone que se usa un cuerpo que funcione bien. Y aprenderás a usar una serie de herramientas que te serán muy útiles en el día a día. El trabajo es sencillo y práctico. En unas pocas clases empezarás a notar el trabajo y en unos meses serás capaz de darte cuenta de algunos de tus hábitos. Intentamos que los alumnos tengan una poderosa herramienta a su disposición: la capacidad de percibirse, de observarse. También la capacidad de parar la respuesta habitual (una que genera problemas) a los estímulos que se te van presentando; y la capacidad de decidir cuál es la mejor forma de moverse que te lleve a conseguir lo que te has propuesto, sin hacerte daño.
Por último una pequeña reflexión: tú eres muy importante. Si no estás sana, te costará sobrellevar la maternidad. Por lo tanto, piensa en cuidarte un poco todos los días. El trabajo “semisupino” te ayudará a reconectarte contigo misma; será muy útil para identificar las cosas que te están costando, o si tienes algún dolor, se hará patente enseguida. Recuerda que una de las razones por las que te cuidas es para poder atender a tu bebé.