Pensamiento automático. Artículo sobre Técnica Alexander con Marta Barón en Madrid

Pensamiento automático, pensamiento consciente

En la Técnica Alexander nos interesan tus pensamientos. Importa el tipo de pensamientos que tienes, pero mucho más que tengan una cualidad de conciencia.

El acto de pensar depende de un órgano “automático”: el cerebro. Por eso tus pensamientos ocurren de forma espontánea e involuntaria; si no le prestas atención a este aspecto, será difícil que lleguen a ser conscientes y mucho menos constructivos.

Mi impresión es que, en vez de tener conciencia de qué es lo que estamos pensando, son los pensamientos los que nos “hacen”. Tienden a ser repetitivos y tenemos poco control sobre ellos. Pocas veces implementamos el pensamiento consciente. Y, sin embargo, como ser humano, tienes esa posibilidad. De hecho, lo pones en juego para tomar decisiones sobre cuestiones estratégicas de tu vida. Pero podrías convertirlo en una herramienta para mejorar tu vida, resolver situaciones y disfrutar de cualquier actividad.

En la Técnica Alexander vas a aprender a usar tu capacidad de tener un pensamiento consciente y constructivo. Por un lado, aprendes una serie de órdenes que tienen que ver única y exclusivamente con tu cuerpo, el movimiento y la forma en que reaccionas a los estímulos que se te van presentando en el día a día. Por otro lado, a medida que los vas trabajando, van tomando entidad en el sistema psicofísico que eres, hasta convertirse en verdaderas herramientas para el buen vivir.

Al principio del proceso de aprendizaje, haremos hincapié en tu capacidad de sentir. Si esta cualidad intrínseca no está “despierta”, los pensamientos no van a actuar igual. Sería un mero aprendizaje intelectual sin vínculo con la experiencia vital. Necesitamos que el canal entre el sentir y el uso de tus pensamientos esté abierto y activado. De esta forma, la conexión entre tu cerebro y tus músculos, será de la mejor calidad y dará buenos resultados.

Usamos una serie de pensamientos “probados” a lo largo de muchas generaciones de profesores. Los llamamos órdenes o direcciones. Estas órdenes las vas aprendiendo a medida que tienes la experiencia suficiente para empezar a implementarlas en tu vida. Te van a ayudar con el funcionamiento de tu cuerpo y también a reaccionar adecuadamente a los estímulos que van llegando a tu vida.

Soy consciente de que todo lo que he escrito solo tendrá un poco de sentido para aquellos que ya han dado clases. Por eso, si te interesa el trabajo, pero no has dado el paso de buscar un profesor, te quiero recordar que tengo diversas posibilidades para iniciarte en el trabajo. Si aun así no vas a aprovecharlas, te propongo un juego. Ahí va:

Mientras estás haciendo cualquier cosa: en la playa, esperando en una cola, delante de tu ordenador o conduciendo. Observa tus pensamientos. Toma conciencia de lo que está atravesando tu mente. ¿Te habías dado cuenta? Toma un tema que te concierne y decide encontrarle una solución consciente y constructiva. Haz esto un par de veces hoy y observa si puedes mantenerte en el tipo de pensamiento que has elegido.

Después empieza a conectar. Escoge un hábito corporal que te gustaría cambiar (por ejemplo, subir los hombros, tensar el entrecejo o apretar los labios). Toma la decisión de dejar de hacer eso y mira a ver si tiene algún sentido. Sin prisa, pero sin ceder al desánimo, juega este juego durante dos o tres días y observa los resultados.

Recuerda, quieres conectar tu cuerpo con tus pensamientos. Porque puedes hacerlo y esto te ayuda a vivir mejor.

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