TÉCNICA ALEXANDER MADRID con Marta Barón
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La Técnica Alexander: una entrevista

17/1/2019

 
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Trabajo sobre el uso de las personas y ayudo a cambiar lo que hace falta para que funciones mejor.  Busco los hábitos,  patrones inconscientes de respuesta ante un determinado estímulo, que has ido desarrollando a lo largo de tu vida.   A menudo tus hábitos van a interferir con las funciones naturales de tu cuerpo, generando problemas.

Para cambiar tus hábitos voy a enseñarte a observarte, ya que tu percepción sensorial te puede informar sobre como está tu cuerpo.

Si decides dar clases de Técnica Alexander iniciarás un proceso de aprendizaje en el que irás dándote cuenta de tus hábitos. Aprenderás a no responder sólo de la forma habitual.  Aprenderás a usar el control consciente como medio para funcionar mejor. 

El trabajo de Técnica Alexander se hace individualmente.  En las clases, trabajo con mis manos y te doy algunas instrucciones sencillas. Las manos son una fuente de información y un punto de referencia para ti, te ayudan a ir tomando conciencia de lo que haces en movimientos sencillos como sentarte, estar de pie o levantarte de la silla.

Lo que sigue es una entrevista que me hizo mi alumna Teresa Zamanillo.
¿Qué y cómo hace un profesor para guiar al alumno para recobrar el equilibrio perdido?
El proceso del aprendizaje de la Técnica Alexander tiene varias etapas. La primera es ver como está la persona que viene a clases, no sólo físicamente sino en su mente, ver qué piensa de su movimiento o su postura. Cada persona, al empezar las clases viene con ideas preconcebidas; a menudo hay que empezar a definir los objetivos y los medios que vamos a usar para conseguirlos.

El primer elemento fundamental es el acto de parar, lo que Alexander llamaba la inhibición, una capacidad inherente a los seres humanos que puede estar desactivada, inutilizada. Cuando la persona ya es capaz de usar esta capacidad, trabajamos con sus hábitos y empezamos a introducir el acto de pensar, lo que Alexander llamaba dirigir.

Nosotros trabajamos el acto de pensar buscando una serie de características ya que nos interesa un pensamiento constructivo, consciente y consistente. Estas tres cosas nos facilitan el cambio.
¿Qué quiere decir el control consciente y constructivo de uno mismo?
El control es la capacidad que tienes como ser humano de decidir hacia donde quieres ir en cualquier ámbito. Pero el control puede ser de muchas maneras. El que nos interesa es un control flexible, no rígido. Esta flexibilidad le permite ser consistente y constructivo. El control constructivo es el que permite que el funcionamiento vaya  en la mejor dirección.
¿Qué es consistente?
Cuando eres capaz de usar la Técnica Alexander como una herramienta  útil para ti y eres capaz de usarla en muchos contextos y momentos.
Puedes explicar lo que es hacer un buen uso de uno mismo. ¿Vale para el cuerpo como para la mente?
Hacer un buen uso de uno mismo es conseguir hacer lo que te has propuesto sin hacerte daño.

Para esto creo que se necesita estar en un estado mental de alerta, acompañado de tomar la responsabilidad de uno mismo.

Este es un punto fuerte de la Técnica Alexander: a medida que vayas avanzando vas a tener un contacto mucho más estrecho con toda tu persona, pero no en el sentido del juicio.  Cuando esto es así es más fácil darte cuenta, por ejemplo, de que algo te ha molestado o que estás con hambre o cansancio. El estado de atención que te permite estar más cerca de ti, estar presente, es un estado de flexibilidad. Es la capacidad mental de estar ahí. En general no pasan cosas gordas, pero muchas veces a lo largo del día hay una o dos ocasiones que te sacan un poco del equilibrio y ahí es donde, con la práctica, suena la alarma y tienes la posibilidad de decir “sigo o paro”. Es tu decisión. Si paras tienes la oportunidad de recuperar el equilibrio y no ir en la dirección del desorden.

Huxley decía “usar el cuerpo respetando el diseño para el que fue hecho”. Es una reeducación.

Sí, es un trabajo que te permite recuperar una parte de ti que estaba ahí; y sigue estando.  Muchas veces se habla de volver a ser como niños y suelo decir que se olviden de eso.  Estamos en la etapa adulta, no en la infancia. Sin embargo, podemos recuperar algunas características que tuvimos en la infancia: la flexibilidad, la capacidad de aprender, de cambiar.  

En la etapa adulta,  sin embargo, tenemos la capacidad de razonar, cosa que en la infancia está menos desarrollada.  La Técnica Alexander aprovecha esa capacidad de conciencia que has desarrollado; te enseña a usar tu conciencia para decidir si quieres reaccionar de una forma u otra a un determinado estímulo. Por ejemplo, si algo te asusta puedes potenciar el miedo o limitarlo. El miedo es irracional y tiene una serie de connotaciones físicas y la Técnica trabaja sobre éstas, lo cual tiene un impacto sobre el miedo. El Hombre es un animal que se ha salido de la línea de la evolución que está basada en el inconsciente. Sin embargo el Hombre tiene conciencia y este trabajo está basado en la conciencia.

¿Qué quiere decir eso de que se ha salido de la línea de la evolución?

Los animales funcionan bien de forma totalmente inconsciente.  A veces sienten un miedo irracional, salen corriendo y eso les salva de algún desastre natural.  El Hombre muchas veces siente algo y se equivoca totalmente.  El Hombre ha trabajado la conciencia y se ha diferenciado de los otros animales.  Alexander trabajaba con lo que él llamaba el Hombre civilizado, o sea, el que vive en las ciudades.

Nos hemos alejado de la naturaleza.  No sé si es cuestión de que sea consciente o inconsciente o de que nos hemos alejado de la naturaleza. Entiendo lo consciente como una decisión como por ejemplo dejar de fumar.

Es fácil saber si has cambiado ciertos hábitos, como dejar de fumar.  Si no tienes el cigarrillo en la boca es que no estás fumando.  Ahora bien, ¿qué pasa cuando tu hábito es que subes los hombros cuando tocas un instrumento o usas el ordenador? Tú no sabes que estás subiendo los hombros.  

Es más, todas las personas que se entrenan en algún tipo de disciplina física (deporte, un instrumento, cantar) algún día han recibido la reprimenda de su profesor que les pregunta “¿pero no ves lo que estás haciendo?” Y no, no lo ven, no ven que suben el hombro, que llevan la cabeza para atrás, etc.  En un momento dado el profesor les ayuda a darse cuenta de eso.  La verdadera dificultad es cambiar los hábitos ya que están en un lugar al que la conciencia no llega.

No he leído nada de Alexander y me pregunto si construyó un sistema teórico.

No, en absoluto, la naturaleza de su Técnica es práctica, él lo probaba todo. Dice en sus libros que si alguien podía demostrarle que estaba equivocado él estaría dispuesto a aceptarlo. Siempre en sus escritos habla de que ha tenido la experiencia lo suficiente como para poder buscarle palabras.

Me gustaría que especificaras qué clase de cambio se producen con las clases.

Para empezar cambia la percepción que tienes de ti misma.  Percibes más y mejor; los sentidos, incluido el cinestésico, se agudizan; están más disponibles para intercambiar información entre el interior y el exterior. Por otro lado cambian los deseos, las prioridades.  A menudo sólo tenemos objetivos: quiero irme de vacaciones, quiero este coche.  Llega un momento en que las prioridades cambian: sí, me gustaría tener un coche pero no voy a dejarme la salud para conseguirlo.  Este es un cambio muy grande.  

Una cosa muy importante es el espacio que tienes dentro del cuerpo. Cuando los hábitos predominan, a menudo hacen que la musculatura tenga menos espacio, o sea, que esté contraída, que esté más rígida, que tenga menos capacidad de recuperar la longitud y, en definitiva, funcione peor.  En las clases conseguimos que haya más espacio dentro, incluso puedes llegar a sentir que has crecido. Se produce un cambio en el que la musculatura gana en flexibilidad, se adapta mejor a las exigencias cambiantes del día a día. 

Me he quedado con la curiosidad de que cambian los deseos. ¿Qué quiere decir esto?

Muchas veces le pregunto a las personas que vienen a clases cuales son sus deseos.  Suelen decir que quieren ser felices, estar bien, que no les duela.  Estos deseos son tan generales que no significan gran cosa.  Con este trabajo se definen los deseos, “quiero hacer esto sin hacerme daño” en un momento concreto.  No en general, sino en un determinado momento.  Antes el único deseo era terminar eso que te habías propuesto hacer; ahora el deseo es acabar, sí, pero sin hacerme daño. El objetivo ya no es lo único sino que los medios cobran relevancia. Esto cambia las cosas.

¿Qué necesita un profano?

Me parece que lo más importante para dar clases de Técnica Alexander es tener una motivación. Si alguien nos impone ir a las clases, aunque haya algún tipo de dolencia real, no va a funcionar ya que no hay motivación.  Para mí es lo más importante.  Además es necesario saber que es un trabajo basado en asumir la responsabilidad y adquirir el control de uno mismo.  

Es un trabajo en el que confluyen tres elementos de los cuales dos son muy cambiantes: el profesor, el alumno y la Técnica en sí. Ésta es el elemento fijo pero los otros dos cambian, por lo que en cada clase hay que tomar la responsabilidad.  El alumno empieza de cero; y es el protagonista. El profesor no le va a curar, ni le va a hacer nada mágico, sino que es su proceso.

Y luego está la cuestión del tiempo, que es un factor a tener en cuenta. Suelo aconsejar a mis alumnos que vengan por lo menos una vez a la semana.  Alexander exigía a sus alumnos que fueran todos los días para romper los hábitos. Después de un tiempo les pedía que vinieran una vez a la semana. Ahora mismo la gente que acude a un profesor no puede invertir tanto tiempo, pero mi experiencia es que viniendo todas las semanas la gente aprende mucho.

Creo que los profesores de Alexander tendéis a rechazar la palabra terapia. ¿Por qué? Se dice que es similar a una terapia en el sentido de que toda terapia es un cambio de comportamiento. De hecho mucha gente que da clases vamos porque teníamos dolor.

Tienes razón en muchas cosas, tiene efectos terapéuticos; yo también llegué a la Técnica para solucionar mi dolor de espalda.  Hay muchas terapias que exigen la responsabilidad de la persona.  Lo que pasa es que nosotros enseñamos, no estamos preparados para dar un diagnóstico. Por ejemplo si alguien llega porque tiene una hernia de disco la Técnica Alexander no la va quitar pero ayudará a resolver la tensión resultante del dolor. Es importante que el alumno no venga pensando que tú le vas a solucionar el problema.

¿Qué hace el profesor cuando le pone las manos al alumno?

Intenta saber qué le pasa al alumno en ese momento, donde le falta tensión, donde le sobra tensión. Una vez que empieza a saberlo intenta reequilibrar las cosas.

Clasificando la Técnica Alexander

26/10/2017

 
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Recientemente hablaba con un director de una escuela de música que me contaba que se daba cuenta de que todas las personas que tocan música, necesitan algún tipo de trabajo de “cuerpo”. Tenía dudas de qué podría resultarles más útil y valioso a la hora de estudiar con el instrumento, tocar en público y acometer sus dificultades. No tenía claro si decidirse por la Técnica Alexander, el Pilates o el trabajo de Feldenkrais.
 
En los años que llevo enseñando este trabajo he constatado lo que cuesta “clasificar” nuestro trabajo, hay mucha confusión a la hora de meterlo en un “cajón” u otro. Nos han comparado con yoga, masajes, mindfulness, y otras muchas disciplinas. Recuerdo incluso el caso de una alumna que declaró que era el calor de mis manos lo que hacía “el milagro” (complejo de manta eléctrica, me entró).  Mucha gente lo entiende como una “terapia alternativa” y como una “técnica postural”.
 
Me gustaría aclarar algunas de las diferencias que yo veo, desde mi experiencia personal, con algunas disciplinas. Ciertamente, con muchas de ellas, compartimos elementos. La Técnica Alexander es un trabajo que usa el sentido común (y algunas cosas más, por supuesto) para mejorar la forma en que funcionas. Tiene algunos elementos propios que no he visto en ninguna otra disciplina, técnica, terapia o método de ejercicios.
 
El uso de la conciencia. Tanto la Técnica Alexander como algunas de los trabajos que he nombrado usan la conciencia corporal. Sin embargo, nuestro trabajo maneja una variable que no he encontrado en otras técnicas: la cuestión de que la forma en que nos percibimos, o sea, la apreciación sensorial que tenemos de nosotros mismos, no es de fiar. No he visto que se cuestione lo que sentimos en ningún otro trabajo que haya conocido. En general, si sentimos tensión, damos por hecho que hay tensión. Y la persona que nos enseña ¡¡¡también!!!! Y lo mismo ocurre con la “relajación”.  A menudo se  pide a la gente que se “relaje”, dando por hecho que el concepto que tiene la persona que enseña de la relajación, es el mismo que el que tiene la persona que aprende. En mi experiencia esto no podría estar más alejado de la realidad.
 
La cuestión de las sensaciones es esencial en la Técnica Alexander, pero no se trata de sentir y creerse lo que interpretamos de esa sensación, sino de conectar las sensaciones con el hecho de que sabemos que no podemos fiarnos de esas sensaciones. No las ignoramos, pero tampoco les damos demasiada credibilidad. Si vienes a mis clases te voy a enseñar a dudar de que lo que sientes es real y también que algunas cosas que te están ocurriendo continuamente, pasan desapercibidas. Este elemento lo trabajamos desde el principio y muy pronto vas a obtener pruebas en tu vida cotidiana, de que esto también te ocurre a ti. Desde ese momento tu aprendizaje toma un camino muy distinto. No se trata de “hacerlo bien” sino de descubrir tus hábitos, unos hábitos que se han hecho fuertes en tu sistema y que percibes como “normales” (y correctos), aún en el caso de que interfieran con la lógica del cuerpo.
 
El uso del cuerpo. Este elemento es central en muchos trabajos; igual que en nuestra técnica. Pero, al contrario que en trabajos como el hatha-yoga o Pilates, donde vas a aprender una serie de rutinas (posturas, ejercicios, asanas, etc.) en la Técnica Alexander vas a usar tu cuerpo como una fuente de información para cambiar esos hábitos que pueden llevarte a tener problemas de funcionamiento. No somos un sistema de ejercicio (como lo es Pilates) ni una técnica milenaria que en nuestra sociedad se usa como ejercicio (como el yoga). Para practicar la Técnica Alexander no necesitas vestirte de una forma concreta, usarás tu ropa de diario ya que es una herramienta para la vida diaria. Si conduces un taxi, para eso; si te dedicas a sostener un violín varias horas al día mientras intentas sacarle el máximo partido, para eso; si te sientas frente al ordenador, también para eso.
 
Cuando recibes clases de Técnica Alexander eres protagonista, se trata de ti y no de la disciplina. El trabajo se pone a tu servicio, no al contrario. No hay objetivos fijos a corto ni a largo plazo. Se trata de ti, de tu capacidad de cambiar, observar, razonar, percibirte y tomar decisiones respecto a lo que deseas conseguir y como hacerlo sin dañarte. No se trata de conseguir fuerza, tono muscular ni flexibilidad, sino LIBERTAD. Libertad en el uso de ti mismo para responder de forma óptima a las necesidades que se te van presentando.

En la Técnica Alexander vas a aprender lo que es "el uso" y constatarás  que puedes ejercer tu voluntad para mejorarlo. FM Alexander explica en sus libros que “el uso afecta al funcionamiento” y es una máxima que manejamos en cada clase. Si mejoras la forma en que te usas, tu funcionamiento mejorará enormemente. Esto significa que tiene una componente terapéutica, pero eso no implica que sea una “terapia” .

¿Por qué? Porque en general, si vas a una "terapia" te limitas a obedecer una serie de consejos o prescripciones que te van dando. No sabes por qué lo haces pero esperas mejorar. En nuestro caso estás aprendiendo, y empiezas a aprender desde la primera clase. Cuando sales de la clase te llevas algo; a menudo te voy a pedir  que trabajes en un aspecto concreto que me ha llamado la atención en esa clase. En la siguiente clase suelo preguntarte. Vas construyendo, avanzando, yo te ayudo. Colaboramos. La Técnica Alexander es un trabajo de colaboración, y tú eres esencial. Desde la práctica, vas a ir tomando la responsabilidad, y esto te va a llevar a recuperar el control de tu cuerpo.
 
Por último y con respecto a la cuestión de la postura, una razón por la que vienen infinidad de alumnos. La Técnica Alexander no es un trabajo postural, pero te ayudará a conseguir una buena postura, aunque solo sea como efecto secundario de un trabajo más profundo (para una explicación sobre la postura puedes consultar mi blog, la entrada de enero 2016).

La cabeza del ser humano: única en el reino animal

12/9/2016

 
​En el vídeo de este mes vemos a una mujer que lleva sobre su cabeza un cesto de fruta, ¡montando en moto!
 
Si das clases de Técnica Alexander nos vamos a fijar en la forma en que “portas” tu cabeza. Nos interesa saber si tu cabeza se balancea con libertad sobre el cuello o si, por el contrario, está rígidamente agarrada.
 
Y es que la cabeza es una parte única y esencial de tu anatomía. Merece la pena pararse a pensar en ella. Algunos datos: pesa entre 4,5 y 5 kilos; es asimétrica en su peso, es decir, la parte que está por delante de las orejas es más pesada que la parte de atrás (esto hace que sea un “objeto” con un equilibrio precario; se mueve fácilmente hacia los lados, hacia delante y hacia atrás). Por último, el punto de apoyo que tiene es la llamada “articulación atlanto-occipital”; es el apoyo del hueso occipital (del cráneo) sobre la primera vértebra cervical (de la columna vertebral) y tiene forma de mecedora, son dos pequeños soportes sobre los cuales la cabeza tiene que moverse y sostenerse.
 
Desde el punto de vista muscular hay todo un “andamio” que hace que la cabeza esté sujeta al cuerpo. Músculos que sujetan la cabeza bajan hacia los hombros, clavículas, columna vertebral y hacia el frente del cuerpo; está firmemente anclada. La musculatura de delante es más fuerte que la de atrás, razón por la cual si te duermes en una silla o pierdes la conciencia, la cabeza se cae hacia delante.
 
Pero lo que hace excepcional el papel que juega en el cuerpo es el hecho de que interviene de forma fundamental tanto en el movimiento como en el equilibrio.
 
La cabeza, y la forma en que se mantiene encima de la columna favorece o dificulta el movimiento; si está rígida sobre el cuello, cuando necesites dar un paso, mirar para cruzar la calle o levantarte de una silla, todo el andamio muscular que se inicia en la cabeza y baja hacia el cuerpo o los miembros estará en desventaja mecánica y el movimiento te costará mucho. Esto se suele percibir como “rigidez”. Si, por el contrario, la cabeza está en un equilibrio flexible, el movimiento será fluido. Podrás cambiar de postura u orientación en el espacio sin exceso de tensión.
 
Por otro lado está la cuestión del equilibrio. Si tu musculatura está indebidamente tensa o relajada entonces el soporte será demasiado rígido o demasiado laxo por lo que tu equilibrio general será más precario de lo que la naturaleza ha previsto con el objetivo de que te muevas fácilmente. En otras palabras, tendrás más propensión a caerte. Esto no es una buena noticia. La Técnica Alexander te va a ayudar a mejorar tu equilibrio, y como portas tu cabeza contribuye a esta mejoría.
 
Te propongo un pequeño juego de observación: no te muevas un momento, estás de pie o en la,  lleva tu atención al cuello. Luego lleva la atención a la cabeza. Observa que cuello y cabeza están muscularmente conectados, no es fácil diferenciarlos. Mira a ver si puedes descubrir si tu cabeza está apretando el cuello hacia abajo. Después observa a los demás: en el trabajo, en el transporte público. Observa a algún niño y también a gente mayor. Mira a ver si puedes ver algún patrón. Vuelve entonces a tu cuello-cabeza y vuelve a preguntarte como está.

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