TÉCNICA ALEXANDER MADRID con Marta Barón
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El olivo esencial

18/6/2020

 
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Me cuenta un hombre del campo que el olivo es un árbol singular. Si no te ocupas de él, presenta una apariencia escuchimizada. Su única tarea es sobrevivir. Aprovecha el agua que le cae encima y no ofrece nada. Pero en el momento en que empiezas a cuidarlo, empieza a mostrar su exhuberancia y su generosidad, ofrece su fruto y cuanto más lo cuidas, más frondoso y bello aparece. Es entonces cuando su esencia se pone de manifiesto, los resultados son el efecto directo del cuidado y de su naturaleza.

Las personas, como los olivos, tenemos una esencia.

Como persona compartes elementos esenciales, los que te definen como ser vivo y como ser humano. Y, además, posees otros elementos únicos e irrepetibles que se expresarán si se dan las condiciones. La Técnica Alexander es una excelente herramienta para recuperar la expresión de tu esencia, si la has perdido en el camino; y para darle alas, si se mantiene activa.
Lo que facilita esta tarea es que la Técnica Alexander genera cambio. Para empezar, el que te lleva del malestar al bienestar: te duele algo, una exigencia profesional te resulta excesiva hace o no entiendes como funciona tu cuerpo. En las clases construimos las condiciones que resuelven cuestiones aparentemente tan dispares; las soluciones parten de tu esencia.

Cuando recibía clases y también cuando me formé, el cambio empezó muy rápido. A lo largo de esos meses y años, tenía la impresión de estar volviendo a algo que ya había conocido antes; el cambio consistía en revertir una transformación que se había producido en años anteriores con el objetivo de acomodar la vida, además de ocurrir sin que yo me diera cuenta. Estos cambios inconscientes dieron lugar a dificultades concretas que aparecieron con el tiempo, motivándome a buscar una solución que me libraría de mis dolores corporales y aumentaría el disfrute vital.

La transformación de la que hablo, ¿puede interferir de tal manera que te lleve a ser alguien que no eres? En mi experiencia eres "en esencia" alguien con cualidades y limitaciones únicas, no hay otra persona que contenga esa misma combinación. ¿Se puede interferir con estas características individuales? De ser así, estaríamos obstaculizando nuestra esencia. Ocurre a menudo; lo interesante es ver si el cambio en la mala dirección puede revertirse y como se consigue.
Como eres un  ser de hábitos, lo que nos gustaría saber es si has desarrollado hábitos que empeoran tu reacción a la vida. La Técnica Alexander es un radar de hábitos de reacción a cualquier estímulo que se te ponga delante. Los hábitos son como una capa de maquillaje que cambia el color de la cara, pero deja inalteradas las manchas o las ojeras que hay debajo. Cuando se han establecido, la "transformación" se ha producido.

¿Cuándo, cómo y por qué empiezas a fabricar estos hábitos? Durante los años de formación más intensa (hasta los 15 años quizás), un tiempo en el que tienes que aprenderlo todo: como moverte por el mundo, a desarrollar tus intereses personales, a cuidarte, etc. A veces son acciones muy exigentes y suele ser ahí donde se inician y desarrollan los hábitos "reaccionales". Se despliegan en todos los ámbitos: corporal, educativo, familiar, social, emocional, etc. Te ayudan a sobrevivir y a sostener la vida, por lo que no pueden ser descartados a la ligera. También operan de otra forma: si no están sintonizados con tus necesidades y limitaciones internas, entorpecen los mecanismos corporales haciendo que funciones peor.
Yo creo que también afectan a quien eres en esencia y te llevan por un camino que no es exactamente el "tuyo". Mi impresión es que la esencia, en realidad, queda inalterada; pero si repites demasiadas veces esos hábitos que interfieren, acabará quedando "apantallada", no expresándose con fluidez en el día a día. Parecería que eres de una manera, que tienes deseos claros y sin embargo algo parece que no funciona del todo bien; no eres capaz de estar frente al ordenador sin terminar con algún dolor; portar el cuerpo te cuesta un mundo si llevas peso o conduces un rato largo; o bien tienes un sinfín de manías en las cuestiones más pequeñas de la vida, lo cual dificulta la cotidianeidad y la relación con el resto del mundo.

Tu esencia te ayuda a tomar todo tipo de decisiones relevantes para la vida: qué estudiar, con quién ir, qué actividades hacer, cómo usar tu dinero, etc. Si está "desactivada", ¿qué parte de ti está tomando las decisiones? Y, una vez tomadas, ¿qué implicaciones tienen en tu bienestar, en el placer de vivir, en el resultado de nuestras acciones? Por mi parte,  recuerdo la sensación de alegría intensa que tuve en aquella época al recuperar una parte de mi que parecía lejana. Si trabajas en  esta cuestión, tendrás una experiencia original y única y podrás ver a qué me refiero. Si pruebas las clases, lo comprobarás.

Recuperar el contacto con lo que eres en esencia no es, en realidad, el objetivo inicial de la Técnica Alexander, pero ocurre por la naturaleza del trabajo. Siendo un proceso de introspección, de curiosidad de tu persona, de búsqueda de por qué has llegado hasta ese lugar incómodo, a medida que vas encontrando mejores maneras de tratar contigo, te acercas a tu naturaleza. La incidencia en tu persona no es pequeña, la vida pasa a ser algo más interesante y saludable cuando es la esencia la que inicia tus reacciones. En un mundo tan lleno de estímulos, es fácil tener confusión con respecto a lo que quieres de la vida, lo que eres capaz de hacer y las necesidades o exigencias que tienes.

El origen de esta desviación de dirección está relacionado con la preferencia que le das al uso de la conciencia: objetivos, adaptarse a las demandas que otros fabrican, hacer las cosas "bien"; o en un tiempo concreto, con fechas y plazos. Por ejemplo, si tienes que conseguir ciertos objetivos a una cierta edad, como aprender a sumar, y dado que cada persona tiene una inteligencia y sensibilidad diferente, será difícil que no interfirieras con tu propia esencia. Todas estas reglas externas, y tu  reacción a ellas, te van transformando.

Resolver esto es más fácil de lo que te imaginas. El elemento que aporta la solución está dentro y te define; lo tienes y lo ejerces cada día, en cada pequeña o gran acción que emprendes. Se trata de lo físico y tangible: tu cuerpo. Pero, si diriges el uso de tu conciencia como he explicado más arriba, llega un momento en que tu capacidad de percibirte se atrofia. Tu cuerpo, que es esencia un mecanismo que te mantiene anclados a ti mismo, se convierte en un ente al que "ordenar" cosas. Le ordenas ponerse aquí, ir hacia allá, repetir una acción las veces que necesites, dormir, comer o beber en la pauta que tu mente decida. Resuelves sus necesidades desde la mente: si tu conocimiento es el adecuado y no te has alejado de tu esencia, las cosas irán en la buena dirección. Si no es así, aparecerán problemas a resolver.

A lo largo del proceso de "reeducación" que es la Técnica Alexander, soy testigo de cómo el camino se va aclarando, desentrañando. Tú y yo, en equipo, vamos a acometer primero los hábitos corporales más evidentes y perjudiciales para después ocuparnos de cualquier hábito que interfiera con el funcionamiento. Vas a desarrollar tus capacidades sin pausa, y la transformación en la buena dirección se dará en cada clase. Mejorarás la observación, la percepción, la toma de decisiones constructivas en los actos cotidianos. Aprenderás a pensar, evaluar y buscar una solución a una situación dada, respetando el marco de tu esencia.

No es algo consciente ni inmediato, la esencia no se te pone delante como si fuese una hoja de periódico. Pero verás que las consecuencias de tus decisiones te llevan en la buena dirección porque las actividades se facilitan, los dolores corporales ceden y  te resulta más fácil disfrutar de quien eres, de la vida.

Sentirte, percibirte, es una fuente de información que,  bien usada, te va a permitir reaccionar a los estímulos respetando por igual tu diseño y las necesidades del momento. Tu percepción funciona como un sistema de alarma: te informa de lo que va mal, lo que es diferente o lo que no reconoces. Cuando "suena", puedes  parar y observar, reflexionar, usar la mente consciente y ver si lo que está pasando es lo que quieres o necesitas un cambio. Cuando funciona este sistema de alarma, tu esencia se está expresando y ayudándote a funcionar mejor.

Si tu esencia se mantiene o, habiendo estado desactivada, recupera su prevalencia, estarás en posición de resolver lo que vaya llegando, ya sea corporal, mental o en cualquier otro ámbito. Recuerda que no desaparece nunca; permanece dormida y dispuesta a prevalecer y, como el olivo, dar los mejores frutos.


La Técnica Alexander y el aprendizaje

17/1/2019

 
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La Técnica Alexander lleva el nombre de su creador,  Frederick Matthias Alexander (1869-1955). Alexander,  nacido en Tasmania (Australia) fue un actor que se encontró,  al principio de su carrera,  con un problema recurrente de afonía que amenazaba su proyecto de dedicarse a la recitación.  En vista de que los médicos y profesores de voz a los que recurrió no pudieron ayudarle decidió encontrar por sí mismo el origen de sus problemas de voz.

Haciendo esto se embarcó en un fascinante proceso de estudio de sí mismo en el que era a la vez el objeto a estudiar y el sujeto que lo estudiaba.  Aprendió a observar sus reacciones a los estímulos de la vida cotidiana,  sus deseos;  aprendió a discernir entre fines y medios y a decidir cuando unos u otros debían prevalecer.  Aprendió a usar su pensamiento de manera dirigida y consistente,  utilizando la conciencia y la intención para cambiar cosas en su cuerpo;  dio con la actividad opuesta a la excitación que hace que reaccionemos automáticamente a un estímulo: la inhibición.

Esta cualidad del uso es la piedra angular que da sentido a su Técnica.  No se trata tanto de que aprendas a hacer bien las cosas como que dejes de hacer lo que interfiere con los mecanismos naturales.  En la inhibición de Alexander,  tu sistema nervioso está  implicado en la actividad,  no te  abandonas sino que tomas una decisión diferente que te ayuda a no hacer lo que no es necesario y que tu sistema puede empezar de cero evitando los usos nocivos e ineficaces.

Una vez resueltos sus problemas,  gente de diversos ámbitos con dolencias varias empezaron a pedirle que les enseñara lo que él había aprendido.  Alexander se quedó muy sorprendido cuando constató que problemas aparentemente muy diferentes se podían resolver apelando a lo que él había descubierto en sí mismo.  Parecía haber un denominador común en los problemas que tenía la gente que buscaba su ayuda.  Este denominador es sin duda la forma en que el uso afecta al funcionamiento.  Si te usas respetando el diseño es muy probable que el sistema funcione bien;  en caso contrario, el problema no llega de inmediato,  pero cuando llega y empiezas a buscar una solución, verás que hay una conexión entre uso y funcionamiento.  Lo complicado, encontrar una técnica que los conecte,  es el mérito de Alexander.

Un vehículo: el cuerpo

Su Técnica parte del cuerpo;  éste es el vehículo que puedes usar para ir cambiando lo que te hace falta para funcionar mejor:  usas la capacidad de sentir,  de observarte, de decidir qué quieres en un determinado momento.  Pero esto no quiere decir que haya una separación entre cuerpo y mente.  De hecho,  Alexander se dio cuenta rápidamente de que la mente está integrada en el cuerpo y comprendió que la disociación no tiene sentido a la hora de estudiar la actividad humana.  Decía que el ser humano es un ser “psicofísico” en el que lo mental y lo físico no se pueden separar.

Cada cosa que haces tiene diferentes manifestaciones,  todas ellas necesarias para hacerla viable.  Si eliges,  por ejemplo,  un acto como el de estudiar,  es fácil creer que es una actividad puramente mental pero,  pensándolo mejor, podrás ver que si te duele la espalda o la cabeza o  estás enamorado o acabas de tener una discusión desagradable, eso afecta a tu capacidad de estudio.

Para conseguir una máxima eficacia,  hay que considerar cómo estás cuando te pones a estudiar,  cómo te planteas la actividad desde el cuerpo.  Observa como estás  en la silla, dónde está el ordenador o el libro en relación a los ojos,  si los pies están en el suelo o cruzas habitualmente una pierna sobre la otra,  si esta pierna es siempre la misma o cambia.  Puedes observar también si usas el respaldo de la silla para suplantar a la espalda,  o es un apoyo que te ayuda a cubrir la demanda que se te presenta.  Observar qué haces con los labios,  la mandíbula,  la lengua,  el entrecejo,  la cara es una fuente inagotable de tensiones residuales innecesarias.

El aprendizaje, un proceso de construcción

En esta Técnica hay varias partes que se unen para buscar un resultado.  Por un lado está el factor humano,  tú y la persona que te enseña,  dos seres cambiantes que se tienen que adaptar cada día a las circunstancias vitales que se van encontrando;  por otro está la Técnica en sí.  Tú eres el protagonista de la clase. Esto significa que decides si quieres ir a las clases y como aprovecharlas. No hay manera de enseñarte a tu pesar,  la colaboración es necesaria y en cada clase el trabajo en equipo es el que hace posible avanzar.  Tu voluntad de asistir a clases es lo que convierte el aprendizaje de esta técnica en un proceso fascinante y único.

Si recuerdas tu época de estudiante, ya sabes que estudiar no es una tarea fácil.  Requiere tiempo, disciplina,  sistemática,  inteligencia,  paciencia y muchas cualidades que vas desarrollando.  Las vas desarrollando porque aunque muchas de ellas son innatas, tienes que construirlas e implementarlas cada vez.  Como estudiante, recordarás que durante muchos años no sabías cuál era tu potencial,  ni cómo aprovecharlo.  El propio proceso de aprender tuviste que aprenderlo.  Una vez hecho esto,  cada cosa que aprendes tiene unas características propias a considerar;  entre ellas,  tus cualidades,  preferencias y contexto.  Aprender una misma actividad puede ser totalmente diferente en un momento u otro de tu vida y,  si no haces una labor reflexiva de las necesidades y circunstancias que tienes en ese momento,  es fácil que el aprendizaje se complique;  el objetivo entonces se vuelve tan importante que es fácil pasar por alto  los medios para conseguirlo,  incrementándose así el desorden interno en una manifestación u otra.

La cuestión fundamental es el aprendizaje en sí mismo.  Cuando aprendes pasas de “no saber” a “saber”.  Algo que no estaba en tu experiencia vital o en tu intelecto pasa a formar parte de tu ser,  se convierte en algo que te “pertenece” y que puedes usar en función de tus necesidades.

Para adquirir conocimiento,  ya sea intelectual o experiencial,  tienes que pasar por un camino por el que nunca has pasado y que te puede resultar muy extraño e incluso asustarte. Tener una actitud constructiva y consistente cuando aprendes algo es lo que necesitas;  esto implica que equivocarte es una parte fundamental del aprendizaje.  La fantasía que impera es que el aprendizaje será fácil y fluido,  que el conocimiento fluirá de forma espontánea y como por arte de magia; que entenderás los conceptos de inmediato y sin  reflexión ni práctica alguna.  Cualquiera que haya aprendido algo a lo largo de la vida sabe por experiencia que esto no es cierto en absoluto.

Da igual lo que estés aprendiendo: una actividad intelectual o una aptitud física en la que la coordinación y la habilidad personal entran en juego.  Es aconsejable hacer un estudio de la actividad y de las circunstancias que te rodean,  así como de tus aptitudes personales y  deseos.  Antes de “ponerte a ello” , empieza por “parar”.  Date un momento.  Esta actitud básica hace que estés cerca de ti y puedas verte de otra forma, bajo otra luz: podrás vislumbrar si de verdad quieres aprender esta nueva actividad o quizás tus razones para conformarte a ella,  en caso de que no sea una elección totalmente libre.  Podrás sopesar lo que está a tu favor y lo que te perjudica y también cómo puedes restringir tus limitaciones,  al tiempo que potencias tus cualidades.  Cuando te planteas así un nuevo aprendizaje,  la actitud es básicamente constructiva;  no imperan los objetivos sino los medios que te das para conseguir lo que te has propuesto aprender.  Seguro que puedes  recordar muchas experiencias de este tipo; recuerda las  sensaciones y chequea si eran de miedo,  ansiedad,  preocupación,  inseguridad.

El miedo: un motor,  un obstáculo

La cuestión del miedo merece una mención especial ya que aunque es una emoción que forma parte de tu esencia,  una emoción que actuará para salvarte la vida en ciertas circunstancias,  puede generar bloqueos si aparece cuando no es necesario. Más aún, puede llegar a instalarse de tal forma dentro de ti que ya no es que tengas un miedo puntual sino que enfrentas las diferentes situaciones de tu vida con el miedo como lecho sobre el que el resto de tus reacciones se inician.

En estas circunstancias hay poca libertad de elección  y es muy difícil que tengas una actitud constructiva a la hora de aprender algo nuevo.  Cuando ocurre esto,  el proceso se complica ya que por un lado deseas una cosa y por el otro la dificultas.  Objetivos  y medios se confunden,  no ves la forma en que puedes conseguir lo que “debes” conseguir y al mismo tiempo tampoco ves el camino para negarte y así cambiar de opción personal.  Para conseguir el objetivo sin hacerte daño es preciso considerar la situación de forma objetiva e individual,  preguntarte qué quieres y cuáles son tus condiciones,  así como los usos nocivos que haces de tus mecanismos.

La Técnica Alexander es una herramienta muy útil que te ayuda a manejar el miedo que te  bloquea cuando estás aprendiendo algo.  Te acerca a ti  y te ayuda a decidir sobre tus objetivos.  Es un trabajo sobre tu persona,  usando como base tu cuerpo,  movimientos sencillos y la coordinación.

Si sólo te  interesa conseguir el objetivo que te has propuesto, la manifestación física del miedo u otras emociones humanas puede pasar desapercibida. Cuando te encuentras con alguna dificultad en el proceso de un aprendizaje suele haber un bloqueo,  un alejamiento del objetivo sin que haya acercamiento a ti mismo.  Esto te impide desarrollar una actitud favorable a aprender en ese momento.  Construyes todo,  tanto tus cualidades como tus limitaciones;  y tu cuerpo es el depositario de esta construcción.  En un momento dado es el que te avisa de que algo va mal y que tienes que prestar atención a lo que estás haciendo con tu persona.

¿Qué puedes hacer por tí?

La Técnica Alexander te ayuda a sentir el cuerpo,  de forma que puedes identificar los hábitos que te están impidiendo aprender.  Esto requiere tiempo y la voluntad de acercarte a ti mismo. Una vez identificados tus hábitos propone un método concreto y sistemático para impedir que el hábito aparezca una sola vez.

De esta forma comienzas una relación con tu propia persona que a menudo resulta sorprendente;  consiguirás entender algunas de tus dificultades y también tus motivaciones cuando emprendes una nueva actividad.  Es un proceso nuevo y fascinante en el que constatarás la relación intrínseca entre tu cuerpo y tu mente en todas sus manifestaciones.

Al final,  este proceso tiene mucho que ver con los deseos que tengas.  Cuando pregunto a la gente qué quiere suele responder “estar bien”,  “que mi familia esté bien”  “ser feliz”,  etc.  Por supuesto.  Pero estos deseos son demasiado amplios y complejos y apenas dependen de ti.  La pregunta que hago es “¿qué quiero para mí ahora?”  Ahora,  en este momento.  Para mí,  de mí,  de mis piernas,  de mi espalda,  de mis labios o mi garganta.

Este trabajo propone respuestas a estas preguntas, unas respuestas que conjugan tus deseos con tu diseño.  En todo el proceso vas aprendiendo y experimentando el poder que tienes sobre tu propia vida.  Más allá  de los “tengo que” existe la posibilidad de aclarar cuales son tus deseos.  Esto no lo puedes conseguir rápida ni superficialmente pero sí que es una de las posibilidades que tienes como ser humano,  te pertenece y  tienes pleno derecho a ella,  independientemente de lo que los demás o la sociedad espere de cada ti.

Esta actitud no ignora la necesidad de respetar las reglas sociales;  muy al contrario. Simplemente pone a tu disposición una apertura mental que te dará acceso a un amplio abanico de opciones a la hora de reaccionar a un estímulo.  Te va a ayudar, además, a disfrutar más de la vida, ya que el proceso de la vida es un camino constante de aprendizaje y cambio;  si puedes hacerlo disfrutando del aprendizaje la sensación será muy diferente.  A esto te ayuda el trabajo de Técnica Alexander.

©Marta Barón

¿Te puedes librar del dolor?

6/5/2016

 
Hace unas semanas tuve una conversación con una alumna mía. Edad media, trabajo sedentario, venía por dolor cervical y lumbar. Sus primeras preguntas ya me llamaron la atención: ¿por qué me duele todo? ¿qué es el dolor?
 
Reproduzco la conversación que tuvimos al respecto del dolor:
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¿Qué es el dolor?
El dolor es una forma de comunicar que tiene tu cuerpo. Puedes estar tan enfrascada en los objetivos de cada día que pierdes el contacto con tu cuerpo. Entonces te manda algún mensaje para que pares y veas si todo está bien. Cuando no lo haces, te grita para ver si te enteras. Esto es el dolor. Y te hace reaccionar.

¿Pero que haya dolor significa que hay algún problema?
No necesariamente. Cuando te duela,  mira un poco si dura o se quita. Si dura, te recomiendo ir al médico para descartar patologías.  Hay mucha gente con dolor pero sin diagnóstico. Cuando esto pasa, cabe pensar que el problema es el uso que hacen de su cuerpos.

Pero ¿a qué te refieres cuando hablas del uso? No llego a entenderlo
El uso tiene que ver con la conciencia de ti misma cuando te mueves. ¿Sabes qué hacen tus brazos cuando coges a tu niño en brazos?¿O cuando estás al ordenador? Lo cierto es que puedes decidir cómo colocarte, moverte o reaccionar. La herramienta para esto es la conciencia corporal y de ti misma; en la Técnica Alexander lo llamamos “uso”. El uso es una cualidad que implica voluntad y  conciencia. Los niños tienen buena coordinación, pero no tienen conciencia de ello. Como adulta, puedes aprender lo que necesitas para  mantener tu buena coordinación: esto sería el buen uso.

Pero yo conozco gente que tiene “mal uso”  y no les duele
Es verdad,ves que el dolor es algo muy personal. A veces viene alguien con buen uso aparente que tiene mucho dolor ; y mejora con la Técnica. Otras veces, alguien con un uso pésimo de su cuerpo no viene porque no le duele nada. Mi explicación es que su debilidad no está en el músculo esquelético. Pero yo veo que la tendencia en nuestra sociedad es consistente: mal uso del cuerpo suele ir acompañado de problemas del músculo. Cuando mejora, los problemas disminuyen.

Entonces si doy clases, ¿se me quitará el dolor?
Te ayudará mucho pero como eres un individuo, tenemos que empezar a trabajar y ver qué descubres sobre tus hábitos cotidianos. Vas a aprender lo que necesitas para favorecer un mejor funcionamiento de los músculos que se aleje de los patrones de movimiento y soporte que dan lugar al dolor.

Pero hay días que no me duele, o bien me duele sin que haya pasado nada, muchas veces no puedo prever si me va a doler o cuanto. ¿Qué puedo hacer?
Te recomiendo que te acostumbres a observarte. Cuando notes que empieza a dolerte deja un momento la actividad que estás haciendo (si es posible) y quédate quieta. Observa tu cuerpo, mira a ver si puedes sentir algo. Puedes hacerlo de pie y observar el contacto de los pies con el suelo. Recuerda también la distancia entre los pies y la cabeza, ¿estás encogida o se mantiene?. Trabaja en el suelo si puedes (aquí puedes leer cómo echarte correctamente en el suelo).  Pregúntate qué ha pasado que haya podido disparar el dolor. Puede que al principio no encuentres nada que lo justifique, pero con el tiempo aprenderás a reconocer lo que te ha sacado del equilibrio.

Entonces, ¿yo soy la responsable del dolor?
Bueno, tu tienes la llave de la forma en que reaccionas a los estímulos que se te van presentando. Por lo tanto, en cierta forma sí. Pero lo importante es que tienes la capacidad de arreglar esta situación;  la solución depende de una serie de capacidades que tienes dentro de ti: percibirte, observarte, parar, etc. Con la Técnica Alexander aprenderás a ponerlas a funcionar.

Y ¿hay algún estudio que avale la utilidad de esta técnica con el dolor?
En el Reino Unido se han hecho algunos estudios valiosos. Se hizo uno sobre la utilidad de la Técnica Alexander a la hora de tratar el dolor de espalda. Otro con el dolor de cuello. Precisamente en mi web hay algunos estudios en los que se habla de esto.

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