TÉCNICA ALEXANDER MADRID con Marta Barón
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Tocar música con salud

7/1/2021

 
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Siempre he trabajado con muchos músicos. La naturaleza del acto de tocar es compleja, se juntan muchos elementos que, cuando confluyen con equilibrio, dan un bello resultado sin perjudicar al músico.
 
He visto que a la cuestión técnica y artística se une la complejidad del uso del cuerpo, la atención a la tarea y el contacto con el exterior, es decir, la relación con los demás músicos, la persona que dirige la orquesta y el público. Es un fino equilibrio que puede desordenarse por cualquier lado.
 
El uso del cuerpo es esencial en la ejecución musical. No hay que olvidar que la esencia de ese cuerpo es el cambio; mientras se mantenga su capacidad de cambio, funcionará bien. Si nos vemos obligados a repetir una acción mucho tiempo o muchas veces, es fácil cansarse, aburrirse y que se generen tensiones innecesarias. Tanto en el cuerpo como en la mente.
 
Esta situación de repetición en el estudio de la música, por ejemplo, alimenta una sensación de confort y mejora. Pero a menudo no es fiable. Se han hecho estudios en los que se observa que los resultados positivos en el estudio de “hoy”, por ejemplo, no llevan necesariamente a un buen aprendizaje a largo plazo. Puedes leer un interesante artículo a este respecto en el siguiente enlace:
www.bulletproofmusician.com/why-the-progress-in-the-practice-room-seems-to-disappear-overnight/
 
También, cuando uno se cansa de tocar, se recurre al descanso, pero siendo este recurso necesario, no es suficiente. Es indispensable buscar y construir recursos internos propios. En este apartado es donde la Técnica Alexander ha demostrado ser una herramienta muy útil para la ejecución de la música.  Así, trabajamos el comienzo del acto de tocar ya que nos interesa el equilibrio cuando estamos de pie o sentados. La calidad del equilibrio determinará como levantamos los brazos para coger y accionar el instrumento, la respiración para manejar el aire y la atención que tenemos disponible a la hora de tocar.
 
Trabajamos una actitud dinámica en relación a la ejecución musical. El proceso ofrece un aprendizaje constante. Nos entrenamos para mejorar ciertas capacidades innatas que requieren de la práctica consciente para un funcionamiento óptimo. Así, el trabajo incidirá positivamente en los siguientes campos:

  1. Nuestras reacciones a los estímulos que van surgiendo. Por ejemplo, ante un pasaje difícil o ante la idea de la perfección. Estas reacciones suelen ser hábitos perfeccionados a lo largo de muchos años. Son automáticas y nada controladas, pero es posible cambiarlas.
  2. La respiración. Dado que la respiración está íntimamente conectada con el pensamiento, el soporte y el movimiento y todos estos aspectos juegan un rol en el acto musical, cuando ajustamos la forma en que funciona el cuerpo y los pensamientos, la respiración mejorará de forma espontánea. Aunque la Técnica Alexander tiene herramientas concretas para mejorarla en cada clase, se hable de ella o no, mejorará.
  3. La coordinación neuromuscular. Se equilibran las tensiones musculares.  Creamos conexiones adecuadas entre partes (por ejemplo entre brazos, manos, dedos y la parte baja de la espalda) y entre acción y  pensamiento.
  4. La conciencia de “cómo estoy”, “cómo me muevo”, y “qué hago con mi cuerpo” cuando necesito cubrir alguna necesidad
  5. El manejo del estrés. Si al cuerpo le sobra tensión en algunos sitios mientras le falta en otros, hay un desajuste que lleva al estrés. Cuando  aprendemos a soltar, parar y decidir lo que queremos en un momento dado, el estrés se volatiliza ya que no tiene el caldo de cultivo en el que sobrevive. Esto también influye en la capacidad de manejar el pánico escénico ya que si el cuerpo está estresado será muy fácil que, en las condiciones adecuadas, aparezca una sensación de nerviosismo descontrolado.
  6. La experiencia musical y la calidad del sonido. Todos mis alumnos músicos han expresado como han cambiado, a mejor, estos aspectos. Hay que recordar que, junto al instrumento musical, está el cuerpo, que es el mecanismo que lo acciona. Un mecanismo desajustado afectará a la calidad del sonido. Por supuesto, la práctica y la capacidad del intérprete puede soslayar esto en cierto modo. Pero luego está la experiencia musical. Es decir, ¿es de disfrute o de aburrimiento o sufrimiento? ¿hay interés en estudiar cada obra o se quiere cumplir con el trámite? Cuando el cuerpo está más abierto, libre y conectado con los pensamientos, está en mejor disposición de tener una experiencia más placentera. 
  7. El conjunto de exigencias físicas y mentales que, de manera consciente o inconsciente, lideran nuestras acciones a la hora de acometer una obra o pasaje. Aquí entran en juego tres aspectos fundamentales: el tiempo, el deseo de “hacerlo bien” y la forma que tenemos de definir como es ese “hacerlo bien”. Cada uno de estos aspectos se podría ampliar en un escrito propio ya que son temas muy básicos de la forma en que planteamos cualquier actividad de nuestra vida. Pero daré un ejemplo. Imagina un día en el que te has propuesto hacer diez recados. Lo primero, tendrás que valorar si te va a dar tiempo a hacerlo todo. Puede que sí, pero corriendo. Esto tensa el sistema innecesariamente. El planteamiento es “si lo hago todo, bien. Si no, mal”. O bien te puedes plantear: “voy a hacer una cosa, luego otra y después otra. A ver hasta donde consigo llegar”. En este caso, la orden al sistema es totalmente distinta y tendrá otro efecto. Por último está la percepción de si lo he hecho “bien” o no. “Bien” es admisible pero “perfecto” puede ser perjudicial. ¿Por qué? Porque con semejante exigencia es difícil que lleguemos a un punto de satisfacción. Y, de nuevo, la insatisfacción tensa el sistema.

La fuerza de la gravedad en la música

17/1/2019

 
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¿Sabes lo que es la fuerza de la gravedad? ¿Y cómo te afecta a ti en tu vida cotidiana? ¿Te ayuda a vivir o es una dificultad más que tienes que vencer?

Recuerda que eres un ser vivo en un planeta cuya naturaleza genera un potente campo gravitatorio que atrae hacia su centro a todos los objetos que están en su campo de acción. incluido a ti.

Si tocas música, tanto tú como tu instrumento, estáis sujetos a la fuerza de la gravedad. Sin embargo, reaccionáis a ella de forma muy  diferente.  Como eres un ser vivo, tienes la capacidad de oponerte a ella; sin embargo, tu instrumento es un ser inerte, y por tanto no  tiene la capacidad de desplazarse, cambiar o moverse sin una fuerza externa (tú) que lo accione.

¿Cómo estáis conectados tú y tu instrumento con la gravedad y la Técnica Alexander? El uso.  Esta palabra expresa una situación dinámica en la que el movimiento, las exigencias técnicas, los nervios, las emociones, etc., están íntimamente conectados.  Ante un determinado estímulo las respuestas son tan variadas como el número de individuos.  A veces, la reacción que tienes al estímulo es adecuada y te ayuda a conseguir el objetivo que te has propuesto respetando tus mecanismos naturales. Otras veces esto no es así: consigues lo que querías pero interfieres sobre los mecanismos de la postura, la respiración, la digestión, el sueño, etc. Lo que ocurre en realidad es que, por la forma en que te mueves y reaccionas a ese estímulo, generas también (sin tener conciencia, por supuesto) una interferencia sobre la energía que tienes disponible para oponerte a la gravedad, una fuerza, no lo olvides, constante e independiente de tu estado de salud.

Puedes distraer tu atención de tu persona centrándote únicamente en el instrumento, la ejecución musical, tus expectativas o miedos y es probable que una parte del resultado final sea que eres  menos capaz de sostenerte. Tu equilibrio se resiente y entonces es más difícil sostener tu espalda o los brazos, disponer de aire suficiente o mover los dedos a la velocidad adecuada.  La respuesta a esa demanda en concreto es  inadecuada y pueden aparecer los problemas.

¿Qué papel juega aquí la gravedad y cómo puedes usarla a tu favor? La naturaleza ha previsto para ti una serie de cosas, entre otras una dirección dependiente de la gravedad.  Ésta te lleva hacia abajo pero el hecho de que eres un ser ser vivo hace que eres capaz de ir en la dirección opuesta.  Hacia arriba entonces.  Como músico, puedes preguntarte cuál es tu dirección interna cuando estudias o tocas para otros. La idea de ir hacia arriba no tiene sentido al principio pero lo tendrá si la trabajas. Recuerda que solo es un deseo, una intención, una forma de reaccionar a los estímulos.

La dificultad está en  saber si estás yendo hacia arriba o no.  Es fácil caer en la idea errónea de que la apreciación sensorial te va a informar de lo que pasa. El sentido cinestésico te indica como estás en el espacio.  Pero…….es un instrumento poco fiable y a menudo te manda señales equívocas y erróneas de lo que pasa. A veces no te informa en absoluto de algún tipo de desorden del sistema y acabas enterándote porque aparece un dolor.

Saber si estás yendo hacia arriba no es fácil.  Lo que sí puedes saber es si estás yendo hacia abajo, es decir, en una dirección no natural. Esto es así porque la percepción sensorial es un sistema de alarma y, en el caso de que funcione bien, lo hará bajo esta premisa.  Si no vas hacia abajo, será que estás yendo hacia arriba.  Sencillo.

También te puede ayudar buscarte un punto de referencia externo para saber en qué dirección quieres ir. Puedes utilizar muchos objetos inanimados para tener clara tu dirección: la silla, el instrumento, el suelo, la partitura incluso.  Todos estos objetos siguen fielmente el dictado de la gravedad y tú vas en dirección opuesta a ellos.

Cuando sabes qué dirección te corresponde, los mecanismos posturales funcionan de forma activa e interactiva con el medio. Son capaces de adaptarse a las exigencias del momento.  Esto incide positivamente en las funciones corporales ya que si la musculatura de soporte funciona con libertad – y no puede hacerlo si no vamos hacia arriba – el resto de funciones se encuentra en el marco adecuado para hacer su trabajo sin exceso de esfuerzo.

Aprender a usar la dirección “hacia arriba” y la fuerza de la gravedad a tu favor requiere un poco de trabajo.  Las clases de Técnica Alexander te proporcionan la experiencia de ir hacia arriba, ayudándote a identificar los hábitos que te llevan hacia abajo.

Recuerda que la gravedad siempre está presente, independientemente de tus circunstancias o estado de salud.  La parte cambiante y evolutiva eres tú; ella actúa con una consistencia muda y libre, fácil.  A partir de ahí, decidir cómo quieres interaccionar con ella puede ser una gran ayuda.

La Técnica Alexander te ayuda a conseguir esto. Te pone en contacto con tu persona y te ayuda a descubrir qué haces cuando respondes a las necesidades de la vida.  Te ayuda desarrollar respuestas constructiva, sin ignorar tu situación y el deseo o necesidad de ese momento.  Te enseña a poner un espacio entre estímulo y respuesta en el que puedes tomar el camino más adecuado para ti en ese momento.  En el proceso de aprendizaje irás descubriendo tus hábitos y mecanismos de respuesta teniendo entonces la posibilidad de elegir si quieres seguir así o cambiar.

©Marta Barón

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