TÉCNICA ALEXANDER MADRID con Marta Barón
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Conectar....se escribe con S  (I)

28/5/2019

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Una situación típica: alguien que hace su vida cumpliendo con sus exigencias, necesidades y deseos sin mayores dificultades. Ejerce su cuerpo y sus decisiones con cierta fluidez, consigue lo que se ha propuesto. Hace. Ejecuta. Se mueve. La acción da forma a su vida.
 
Entonces, aparece un límite en el cuerpo. Lo que siempre había hecho sin pensar, empieza a resultar más difícil. Puede que vea bastante claro el problema pero la solución no llega. Es posible que alguien con conocimiento técnico, ofrezca un  diagnóstico; pero más veces de las que nos gustaría, no proporciona una solución.
 
El cuerpo falla, y no consigue entender por qué. Es entonces cuando entra en juego un elemento que siempre estuvo ahí y no veía: la posibilidad de acercarse a sí mism@ y desarrollar sus capacidades, sus potencialidades.
 
Así pues, tengo un problema, busco una solución, no me la proporcionan desde fuera. ¿Es posible que se encuentre dentro de mi? Para empezar ¿dónde estoy? ¿qué me pasa? ¿Puedo yo intervenir para encontrar una solución?
 
La Técnica Alexander nos enseña dónde estamos, qué nos pasa, cómo podemos resolver. Nos da herramientas que nos permiten contestar con un “SI” muy claro a la última pregunta. La resolución pasa por ampliar la conciencia de un@ mism@. Cuantos más elementos manejemos, más fácil será encontrar una solución.
 
Así, llegamos a la S del título: SENTIR
 
Si no podemos sentir, estamos desconectados. De niños, todos sentimos, aunque no somos conscientes de ello. Sentimos y actuamos en consecuencia, sin pensar demasiado. Y nuestras reacciones suelen ser adecuadas, muestran lo que está pasando por dentro. Al crecer, aparecen filtros: la mente, los pensamientos; nos cuesta reaccionar de acuerdo a las sensaciones. Nos  desconectamos. Y entonces resolver es complicado. Pasamos a depender por entero de los demás y su conocimiento.
 
Pero ¿qué es sentir?
 
El ser humano es un animal sensorial: tiene una serie de mecanismos sensoriales que le dan información de diferente naturaleza. El conjunto de estos mecanismos, este “sensorio” le ayudan a sobrevivir. Veamos de qué tipo son.
 
Para empezar tenemos cinco sentidos muy diversos que le ofrecen diferente tipo de información para completar el cuadro que tiene delante. Vista, oído, tacto, olfato y gusto son sentidos de información “positiva”, informan de lo que hay. Por ejemplo si escuchas con atención y te preguntas qué oyes podrás oír el tráfico, o la cisterna del piso de arriba o los pájaros cantando. Pero no recibes la siguiente información “no oigo un camión”. Si lo buscas y no lo encuentras, claro, tomas conciencia de ello pero el oído en sí no te informa en concreto de que no lo oye. Lo mismo pasa con los otros cuatro sentidos.
 
Hagamos un pequeño juego: para por un momento y pasa uno a uno por los cinco sentidos, ¿qué te llega? Primero la vista, observa el lugar en el que estás. Después el oído, el olfato, el gusto y por último el tacto. Observa lo variado de toda esta información. Es sutil y genera una percepción más viva de ti mism@.
 
En segundo lugar está el sentido propioceptivo: nos da la capacidad de sentir el cuerpo propio, la posición de las partes del cuerpo, el movimiento. Interviene en el control del equilibrio, la coordinación de los dos lados del cuerpo, la alerta del sistema nervioso. Influye en el desarrollo emocional y del comportamiento. Es mucho más sutil que los cinco anteriores y no proporciona información positiva sino que es un sistema de alarma que salta cuando algo va mal o es inusual.
 
Juguemos: observa como el aire entra y sale por las fosas nasales, ¿podrías decir si entra y sale más por la derecha o por la izquierda? Sigue con la respiración y observa si notas el movimiento de la caja torácica: primero arriba, luego en las costillas por delante y luego por detrás. Por último, mira si la entrada y la salida de aire afecta a la zona del sacro, justo encima de las nalgas y en el centro de la espalda. Pon ahí tus manos y mira a ver si puedes reconocer algo de movimiento. Por último, ¿notas si afecta a tu estado de ánimo observar la respiración?
 
Nuestro estilo de vida no ayuda a que este esencial sentido funcione a nivel óptimo. Las exigencias imperantes generan hábitos que afectan a la eficacia de los músculos; se tensan o relajan indebidamente por lo que no envían información adecuada y la propiocepción se desajusta. Se puede recuperar haciendo el trabajo adecuado. A su vez, cuando se activa, es posible identificar los hábitos para poder acometer su “reforma”. Esto, favorece la conexión con un@ mism@, lo cual es sentar las bases para poder resolver lo que nos pasa. Es un sistema de retroalimentación que hace que cuando una parte mejora (la capacidad de percibirnos) influye positivamente en la otra (los músculos funcionan mejor y envían información) y así podemos mejorar todo el tiempo. Con la situación opuesta, también ocurre: si la primera parte funciona mal, perjudica a la segunda y así sucesivamente.
 
Continuará…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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Respirar: un círculo continuo

19/9/2017

 
Elefante dando a luz.

Elefante dando a luz. Es impresionante como hacen que su bebe recién nacido respire. #ReinoAnimal

Publicado por Cerebro Digital en jueves, 14 / enero / 2016

Nacemos y nuestra primera acción es respirar. Dejamos de respirar y ya no estamos vivos. La calidad de la respiración es un criterio de bienestar y también una fuente de información de nuestro estado general.
 
Mientras estamos vivos, respiramos todo el tiempo. Puede que sea mejor o peor, cogiendo aire por la boca, cogiendo la mínima cantidad de aire para sobrevivir, no dejando que el aire entre, no permitiendo que salga, etc. Pero en todos estos casos, sigue habiendo intercambio de gases dentro de nosotros, cogemos oxígeno y soltamos dióxido de carbono.
 
Cuando viene un nuevo alumno, observo qué hace al respirar. Me interesa saber si respira por la boca o por la nariz; si su respiración es superficial o profunda; si al respirar sube los hombros o se desmorona; si hace ruido al coger aire o al soltarlo. Me interesa ver si cuando va a hablar le veo u oigo coger aire por la boca antes de iniciar la frase. Estoy atenta a la zona de los costados, a ver si hay movimiento cuando se mueve el aire hacia dentro y hacia fuera; o si no lo hay.
 
Todos estos elementos me dan información sobre sus hábitos respiratorios. A menudo también pregunto cual es su idea de la respiración. Si perciben cuando el aire entra y sale, si les falta el aire. La mayoría de mis alumnos se muestran disconformes con la calidad de su respiración. He tenido muy pocos alumnos cuya respiración no tuviese interferencias, con una respiración libre.
 
Tener una “respiración libre” no es un objetivo, sino la consecuencia de una serie de cosas: refleja que la musculatura que interviene en la respiración está libre, que no le sobra tono (lo cual impide que el aire entre o salga con fluidez) ni tampoco le falta (el tronco se levanta y se desmorona a medida que el aire entre y sale). Si el alumno viene con interferencias en la respiración y veo como se van soltando a lo largo de la clase, sé que vamos por buen camino.  Cuando pasa esto, sé que es la musculatura la que está ganando en libertad y eso hace que la respiración también se beneficie de ello. La respiración me da información sobre el estado muscular de mis alumnos.
 
También suelo incidir en si hay un hábito de respirar por la boca o por la nariz. A veces, en las prácticas deportivas nos acostumbramos a respirar por la boca y eso deja un hábito residual que se lleva, sin advertirlo, a la vida cotidiana. Les hago pensar en esto y observarlo en su vida cotidiana para mejorar la calidad de la entrada de aire.
 
Aunque muchas veces explico pequeños conceptos sobre el mecanismo respiratorio, siempre me centro en el uso que hacen mis alumnos de sí mismos, también en el terreno de la respiración. En otras palabras, les hago pensar sobre cómo respiran. Algunas preguntas: ¿sabes si dejas que entre el aire o lo coges haciendo ruido? ¿Cuándo expiras, el tronco se colapsa sobre las caderas? ¿Hace falta coger aire o entra solo? Tú mism@ puedes observar tu respiración y quizás sacar alguna conclusión de tu estado muscular. Hagamos un juego muy sencillo: quédate quiet@ durante cinco minutos y observa como el aire roza las fosas nasales cuando entra y sale por ellas. No te preocupes si el intento de observar varía el ritmo respiratorio, es normal. Sigue observando durante unos minutos y observa el estado emocional que se genera. Cualquier cosa es posible y todo lo que observes es interesante. Quizás notes que te relajas, que te sueltas. O precisamente lo contrario: que te tensas. Mira a ver si puedes percibir como se mueve la tripa…..las costillas….la zona dorsal de la espalda….los hombros…el pecho. Todo es interesante y valioso porque se trata de ti. Y aunque no llegues a entender lo que estás haciendo, lo que estás experimentando eres TÚ.
 
Cuando hablo de la respiración siempre recuerdo varias cosas. En primer lugar que he sido asmática; una parte de mi asma era alérgica (a los gatos) y ese asma era muy difícil de quitar, pero con las herramientas que me proporciona la Técnica siempre fui capaz de lidiar con ella y mejorar en un rato más o menos largo. A veces también tenía asma asociada a la ansiedad; por ejemplo si iba a correr y empezaba demasiado rápido, podía aparecer. Pero esto lo resolvía enseguida: me centraba en la salida del aire, trabajaba no tomando aire sino dejando que entrara e insistiendo en sacar el aire que estaba en los pulmones. Solía quitarme esos ataques de asma sobre la marcha, sin parar de correr. Hace bastantes años que no tengo asma, aunque si voy a casa de alguien que tiene gato estoy muy atenta y a la primera señal, empiezo a trabajar conmigo misma.
 
La otra cosa que recuerdo es que vivimos en un mundo muy rápido, lleno de estímulos, demandas, necesidades y deseos. Es muy difícil parar y esto genera una situación general en el cuerpo que no es exagerado catalogar de ESTRÉS. Un cuerpo estresado encuentra muy difícil respirar con libertad, sencillamente porque los músculos están atentos a adaptarse a los cambios que van surgiendo. Y esos mismos músculos son los que intervienen en la respiración, por lo que es fácil que haya profundas interferencias. Así que…..PARA. Cuando puedas y como puedas pero date un poco de tiempo para observar si estás respirando.


Transformación en movimiento: la dirección en la Técnica Alexander

26/5/2016

 
Recordaréis que el mes pasado escribí sobre la inhibición, una herramienta esencial de nuestro trabajo. Este mes me ocupo de la otra herramienta fundamental. En el video que os propongo tenéis una serie de tomas de atletas moviéndose a cámara lenta. Os invito a observar la dirección de rodillas y codos, que son muy fáciles de ver. También podéis ver cómo la cabeza suele tener una dirección.
 
A mi esta palabra me resulta muy evocadora; dirección tiene por lo menos dos significados:
1. orden, instrucción;
2. en qué dirección se mueve algo.
Tanto la primera como la segunda acepción se usan en la Técnica Alexander. Yo añadiría un tercer significado que es esencial para entender este trabajo: deseo.
 
Cualquiera que viene a clases necesita o desea algún tipo de transformación. O bien tiene algo para resolver o quiere comprender cómo son las cosas.  Tiene necesidad de un cambio. Pero este cambio no puede darse si no sabe lo que está pasando y por lo tanto tiene que aprender a observar, a sentir. Y esto se consigue cuando paramos. Pero sólo con esto tampoco viene el cambio.
 
Para cambiar hay que saber hacia donde queremos ir, qué queremos soltar. Y lo bonito es que sólo con saberlo el trabajo ya se está haciendo. En este caso entra en juego la parte de “deseo” de la que hablaba más arriba.
 
A menudo los que leen una introducción sobre la Técnica Alexander o incluso los que deciden dar algunas clases consideran que tienen que “entender” lo que es la dirección. Pero no hay nada que entender. La dirección no es un concepto, es una experiencia. Así fue como la “desarrolló” F. M. Alexander. Fue probando, buscando, usó el método científico y llegó a una serie de conclusiones. Cuando empezó a enseñar sus hallazgos a otros, tuvo la oportunidad de probar si lo que le había funcionado a él tenía sentido en otras personas. Y lo tenía.
 
Cuando trabajo con alguien quiero ver si hay interferencias a la dirección básica del ser humano: ir hacia arriba. Esta dirección física no es diferente a la de cualquier otro ser vivo: plantas, animales que vuelan, corren o nadan comparten con nosotros esta dirección básica. Cuando no hay vida la compartimos también: seguimos el dictado de la gravedad y vamos hacia abajo.
 
También quiero averiguar si la persona puede poner a funcionar la dirección en el sentido de usar una serie de instrucciones u órdenes mentales ¿Puede ordenarse algo a sí mismo o es presa de sus hábitos? El alumno va a ir aprendiendo lo que son las direcciones de una forma experiencial, con la ayuda de mis manos, que le darán una experiencia de uso de sí mismo en el contexto del movimiento cotidiano.
 
Explico a mis alumnos que la dirección requiere darse una orden mental, les enseño qué ordenes mentales concretas se usan en la Técnica y también el orden en el que funcionan. Aprenden a confiar en la dirección como un simple deseo que conecta sus pensamientos (dirigidos) con su musculatura a través del canal físico que es el sistema nervioso (un sistema de cableado que se inicia en el cerebro y va a todos los rincones del cuerpo enviando señales eléctricas para que el trabajo de cada parte se produzca).
 
También explico en mis clases que muchas partes del cuerpo tienen una dirección natural: la cabeza, los hombros, los codos, los tobillos, las rodillas y las caderas tienen una dirección. Si esta dirección está activa en todo momento, el movimiento fluye con facilidad. Si no es así, significa que hay interferencias y se puede mejorar. Entonces, acometemos el trabajo para restaurar la dirección natural de las partes.
 
Les enseño también –insisto bastante en esto, mis alumnos pueden dar fe –que la dirección no tiene sentido si antes no está funcionando la inhibición. La cuestión no es hacer las cosas de otra forma, sino dejar de hacer lo que interfiere y entonces usar la potencia de las direcciones para optimizar el uso de nosotros mismos.
 
Con las manos les proporciono la posibilidad de tener una experiencia de movimiento que, conectada con la dirección que van desarrollando poco a poco, les irá dando independencia en su día a día. Todo esto es posible porque la Técnica Alexander es una técnica; cualquiera puede aprender sus elementos e implementarla para lo que le interese y con ello, mejorar su vida.
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