La Técnica Alexander se ocupa de la cuestión del uso, una cualidad consciente, deliberada, consistente en su forma. Cuando “ejercemos” el uso abrimos la puerta a darnos cuenta de lo que hacemos en las acciones de la vida cotidiana. Pero, teniendo en cuenta que dormir es un acto en el que la conciencia se cede ¿podemos interferir positivamente en la calidad del acto de dormir? Veamos.
En mi experiencia el soporte sobre el que dormimos, nuestro cuerpo, es lo más importante. Me explico. Por supuesto, el tipo de almohada o el colchón tienen una cierta relevancia, pero a menudo hacemos énfasis en estos aspectos externos porque el factor interno, nosotr@s mism@s, no juega el papel que debería.
Se trata de saber si sobra o falta tensión cuando dormimos, si el tono muscular general está equilibrado. Si no es así, entonces necesitaremos que lo que nos rodea sea “perfecto”. Sin embargo, nuestras vidas nos imponen cambios continuamente en este frente: vamos a casa de amigos a dormir, nos vemos obligados a descansar en un avión o en algún sitio con demasiada luz o ruido. Y nos cuesta muchísimo adaptarnos. Entonces, dormimos mal. La pregunta es si podemos tener una actitud dinámica que nos permita interaccionar con el entorno que tenemos para descansar partiendo de la base del propio cuerpo y sus posibilidades.
La postura para dormir es una pregunta constante pero no tengo una idea fija de cual es la mejor. Desde mi punto de vista lo que es esencial en realidad es si dormimos encogid@s; y un@ se puede encoger al dormir boca arriba, boca abajo o de lado. Esto sí es un problema. Porque encogerse no ayuda al descanso ni a la salud de la musculatura.
Encogerse ¿qué es encogerse? El movimiento requiere de contracción muscular. Cuando termina el movimiento, esa contracción ya no es necesaria. Pero si no la “soltamos” entonces se hace fuerte en el sistema. Al cabo de meses o años, nos colocamos en un “encogimiento” que parece estructural; y tenemos la sensación de que eso no se puede cambiar.
Por lo tanto ¿te encoges mientras duermes? Lo más probable es que, al principio, no sepas si lo estás haciendo. El trabajo es descubrir si nos encogemos cuando dormimos, lo cual no es fácil. Pero, ¿cuándo se ha iniciado el “encogerme”? ¿Ha sido en el acto de dormir? ¿Llegué a la cama encogid@? Pues, los que conocéis el trabajo ya sabéis lo que voy a decir ahora. Toca observarse.
De momento puedes empezar a observarlo en un entorno diferente a la cama.
Hagamos un juego: elije un entorno en el que observarte (el coche, la cocina, mientras andas o ves la tele). Por ejemplo, si elijes el entorno del coche, observa si estás encogiendo la boca o frunciendo el ceño; si estás encogiendo el cuello, la espalda o el frente del cuerpo (entre el pubis y el cuello); o quizás si estás encogiendo las piernas al apretar los pedales. Si identificas algo, empieza a observarlo en otros contextos también, céntrate en una sola cosa y mira si ocurre otras veces. Entonces, puedes mirar si ocurre en el entorno del sueño.
Para mí, hay tres momentos clave: cuando te metes en la cama y vas a dormirte, en mitad de la noche en esos momentos en los que te despiertas (para ir al baño, beber o porque algo te ha sacado del sueño) y por la mañana al ir a levantarte. La observación ha de ser cotidiana, casual, ligera. Sin escrutarse, si pasas varios días sin acordarte, no importa. Recuerda que la información llega poco a poco, nos cuesta percibirnos; y mucho más juzgar si lo que hemos percibido, es real. Sin prisa.
Recomiendo hacer semisupino si te levantas rígid@. Hay una explicación completa en mi web. Verás que si lo haces varios días, no sólo se pasará la rigidez sino que aprenderás muchas cosas de lo que haces en el día a día. También lo recomiendo si lo que te cuesta es conciliar el sueño. Un rato de suelo antes de dormirse ayuda a soltar las tensiones del día y es una buena preparación para el sueño.