Parar, hacer menos, no hacer, dejar de hacer, soltar, inhibir. Si das clases, aprenderás todas estas palabras que te ayudarán a salir de tus hábitos; verás que tiene muchos beneficios. Todas estas acciones tienen un elemento en común: se trata de parar tu respuesta habitual al estímulo; le das a tu sistema nervioso la oportunidad de tomar una decisión clara de no hacer lo que sueles hacer, de cambiar tu reacción; de esta forma tu andamio muscular, tus músculos, funcionan de otra forma. Y esto dará un resultado diferente.
Pero vayamos con el acto de parar. Es importante señalar lo que “parar”, y todas sus variaciones, implica para el sistema nervioso. No es que te rindas y dejes que la vida decida por ti, no. Es todo lo contrario, estás tomando una decisión que implica un uso diferente de tu sistema neuromuscular, cambiando así su funcionamiento.
Entender lo que es parar es muy fácil: la próxima vez que suene el teléfono, toma la decisión de no cogerlo. No reacciones. O cuando estés teniendo una discusión, decide no hablar por un momento y chequea tu cuerpo. O decide hoy correr hasta que el cuerpo te avise, no hasta que el reloj o el recorrido habitual decidan.
Lo difícil es conseguir parar cada vez. O una sola vez cuando llega el estímulo que te pulsa profundamente. Por ello, trabajamos desde la práctica. Cuando das clases, vamos a trabajar en un entorno muy cotidiano que te da la oportunidad de descubrir cuales son tus hábitos: sentarte y levantarte de una silla. Estos simples y habituales movimientos contienen TODOS tus hábitos.
A lo largo de la vida los hábitos musculares que has repetido miles de veces, de forma inconsciente, han tenido un impacto en la forma y tono de tus músculos. Descubrirás que unos grupos de músculos hacen demasiado, tienen demasiada tensión. Y a otros les falta tensión, hacen demasiado poco. Vamos a cambiar las dos cosas. Y en los dos casos lo vamos a conseguir dejando de hacer. Los músculos que “hacen demasiado” van a dejar de hacer y los que “no hacen suficiente” van a dejar de colapsarse.
Como trabajamos con el movimiento, vamos a ir ajustando como te colocas. Esto te va a dar mucha información e irás mejorando no sólo en la clase sino entre clases. En cada clase veo si has trabajado, y a menudo el cambio es impresionante. Muchas veces sé si has estado pensando y parando por la forma en que te pones delante de la silla al comenzar la clase.
Mi idea es que no importa como estés sino lo que puedes conseguir. Una de las primeras cosas que busco es tu capacidad para parar tus reacciones habituales ante un estímulo. Ahí empieza el proceso. Si te implicas en la clase, todo es posible. Y los peores hábitos o tendencias naturales caen frente a la potencia consciente del acto de parar. No voy a decir que es fácil, pero si es posible. En mi experiencia, los beneficios siempre están por encima de las expectativas iniciales.
Me parece muy importante señalar que “parar” es una de las cosas que puede hacer un ser humano. Por ello, cuando te lo enseño sé que sólo estoy sacando a la superficie una capacidad que ya tienes de antemano pero que, en muchos casos, está dormida, apantallada, inactiva.
También te voy a enseñar un procedimiento para “practicar” el acto de parar en una situación muy sencilla pero “artificial” (en mi web el artículo “semisupino” tiene todas las instrucciones para llevarlo a cabo). Digo artificial porque lo ideal sería que parases cuando te hace falta. Pero practicar semisupino es esencial para interiorizar el trabajo y poder echar mano de él cuando lo necesites.
Marta Barón