En la Técnica Alexander nos fijamos en la forma en que nuestros alumnos “portan” su cabeza. Cuando entra un alumno por primera vez nos interesa saber si su cabeza se balancea con libertad sobre el cuello o si, por el contrario, está rígidamente agarrada.
Y es que la cabeza es una parte única y esencial de nuestra anatomía. Merece la pena pararse a pensar en ella. Algunos datos: pesa entre 4,5 y 5 kilos; es asimétrica en su peso, es decir, la parte que está por delante de las orejas es más pesada que la parte de atrás (esto hace que sea un “objeto” con un equilibrio precario; se mueve fácilmente hacia los lados, hacia delante y hacia atrás). Por último, el punto de apoyo que tiene es la llamada “articulación atlanto-occipital”; es el apoyo del hueso occipital (del cráneo) sobre la primera vértebra cervical (de la columna vertebral) y tiene forma de mecedora, son dos pequeños soportes sobre los cuales la cabeza tiene que moverse y sostenerse.
Desde el punto de vista muscular hay todo un “andamio” que hace que la cabeza esté sujeta al cuerpo. Músculos que sujetan la cabeza bajan hacia los hombros, clavículas, columna vertebral y hacia el frente del cuerpo; está firmemente anclada. La musculatura de delante es más fuerte que la de atrás, razón por la cual si nos quedamos dormidos sentados o perdemos la conciencia, la cabeza se cae hacia delante.
Pero lo que hace excepcional el papel que juega en el cuerpo es el hecho de que interviene de forma fundamental tanto en el movimiento como en el equilibrio.
La cabeza, y la forma en que se mantiene encima de la columna favorece o dificulta el movimiento; si está rígida sobre el cuello, cuando necesitemos dar un paso, mirar para cruzar la calle o levantarnos de una silla, todo el andamio muscular que se inicia en la cabeza y baja hacia el cuerpo o los miembros estará en desventaja mecánica y el movimiento nos costará mucho. Esto se suele percibir como “rigidez”. Si, por el contrario, la cabeza está en un equilibrio flexible, el movimiento será fluido. Podremos cambiar de postura u orientación en el espacio sin exceso de tensión.
Por otro lado está la cuestión del equilibrio. Cuando la musculatura está indebidamente tensa o relajada entonces el soporte será demasiado rígido o demasiado laxo por lo que el equilibrio general del cuerpo será más precario de lo que la naturaleza ha previsto con el objetivo de que nos movamos fácilmente. En otras palabras, tendremos más propensión a caernos. Esto no es una buena noticia. La Técnica Alexander supone una gran ayuda para mejorar el equilibrio general, siendo el porte de la cabeza lo que contribuye a esta mejoría.
Te propongo un pequeño juego de observación: quédate quieto, sentado o de pie, y lleva tu atención al cuello. Luego lleva la atención a la cabeza. Observa como cuello y cabeza están muscularmente conectados, no es fácil diferenciarlos. Mira a ver si puedes descubrir si tu cabeza está apretando el cuello hacia abajo. Después observa a los demás: en el trabajo, en el transporte público. Observa a algún niño y también a gente mayor. Mira a ver si puedes ver algún patrón. Vuelve entonces a tu cuello-cabeza y vuelve a preguntarte como está.
En el próximo boletín os hablaré de la dirección óptima y natural de la cabeza. De esta dirección depende que esté firmemente sostenida al tiempo que mantiene su libertad de movimiento.