Conducir. Artículo sobre Técnica Alexander con Marta Barón en Madrid

¿Conduces? (I)

Conducir un coche es una situación interesante. Por un lado, estás en un asiento, realizas movimientos repetitivos y sencillos; por otro, tienes que atender a la carretera y adaptarte a los cambios de tráfico, velocidad y circunstancias varias.

Es un entorno que siempre he usado para descubrir qué uso hago de mí misma. Este artículo es una reflexión de lo que puedes observar cuando conduces. Te propongo herramientas para investigar si podrías mejorar tu forma de conducir y que el resultado final sea, por ejemplo, que no acabes con dolor de cabeza, cuello o espalda.

Empecemos por la cara: es fácil fruncir el ceño o tensar los labios y la lengua. Estas tensiones residuales se instalan sin que te des cuenta y no las necesitas para conducir. Observa esto varios días y fíjate si tensas sólo una cosa o varias. Observa si la lengua está pegada al paladar o reposando en la parte baja de la boca. Soltarla requiere bastante trabajo, tómalo con calma.

Después observa toda la cara: los carrillos por fuera y también por dentro, las mandíbulas, la articulación de la mandíbula por la zona de la oreja, las encías, los ojos, la frente. ¿Notas si alguna parte está tensa? ¿Puedes pensar en “soltar”? Si puedes pensar en soltar, todo va bien. No hay nada que hacer, sólo pensar.

Con respecto a la cara, una última cosa: la sonrisa. ¿Sabías que los ojos y la boca están conectados? Mira a ver si puedes pensar en una sonrisa cuando conduces, no hace falta que aparezca, sólo piénsalo. Piensa en la conexión con los ojos y a ver qué te sucede. Si notas que te resulta imposible sonreír, ¿hay también tensión en el entrecejo y la boca? Trabaja este aspecto durante días e incluso semanas. Pero sin prisa. Hay que darle tiempo al cuerpo; en caso contrario, lo estamos forzando. La Técnica Alexander no trabaja forzando, sino sacando poco a poco lo que la naturaleza ha previsto para nosotros.

La cara forma parte de la cabeza y la conexión entre esta y el tronco es el cuello. Es una parte muy importante cuando conducimos. Si tensamos la cara, es fácil que el cuello se tense, y al final se ponga rígido (es decir, se queda estático en una posición y “no puede” salir de ella). Pero también puede ocurrir en la dirección contraria: que se tense el cuello por el estrés de la conducción y esto tense la cabeza. Por lo tanto, es importante observar cómo está la cabeza sobre el cuello. ¿Está desmoronada hacia atrás? ¿El cuello está rígido y le cuesta girar hacia los lados? Ensaya de vez en cuando no usar un espejo retrovisor y comprueba si hay limitación en el movimiento de la cabeza. Luego, ensaya con el otro. ¿Te cuesta más girar la cabeza hacia la derecha o hacia la izquierda? 

Si conduces varias horas seguidas, recuerda de vez en cuando girar la cabeza y comprobar si el cuello se ha quedado rígido por el hecho de mirar la carretera mucho tiempo. Suelo hacer esto y me proporciona muy buena información sobre mis hábitos. Si me cuesta girar el cuello y noto rigidez, uso una orden sencilla: “cuello libre”. Mi experiencia es que estar atenta al sistema (psicofísico) da muy buenos resultados.

La prolongación del cuello: brazos y hombros. Los brazos están sobre el volante y esto nos permite soltarlos sobre él. Sin dejarlos caer, ya que tienen que tener flexibilidad para girar o hacer lo necesario. Observa durante un tiempo tus hombros. ¿Estás subiendo los hombros? Esto es muuuuy fácil cuando conducimos. Así que hay que estar atento con constancia. Si notas que los has subido, toma la decisión de soltarlos. No importa cuantas veces te pilles con los hombros arriba, lo valioso es observar, darse cuenta y tomar la decisión de soltar.

Las piernas y los pies trabajan bastante cuando conducimos, ya que están accionando los pedales. Si estás conduciendo en carretera y el pedal del embrague no lo necesitas (o tienes un coche automático) deja que el pie descanse fuera del pedal. Observa si los muslos están tensos. Observa esto cuando vas en ciudad, y también cuando vas en carretera a mayor velocidad. A menudo los muslos se tensan cuando adelantamos o pasa algo brusco. Si puedes recordar llevar tu atención a esa parte, podrás mandar la orden de “soltar”. Soltar las piernas supone que éstas no tiran de la espalda, lo cual favorece que la espalda no se desordene.

Continúa a la segunda parte…

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